Munido de una panoplia de amenazas de distinto calibre y coherente con su demagógica narrativa tóxica demonizadora repleta de clichés y lemas sensacionalistas, las más veces absurdos y contradictorios, pero siempre de explícito contenido imperialista y corte neocolonial, Donald Trump llegará el 20 de enero a la Casa Blanca con el propósito manifiesto de reditar, a nivel regional, una suerte de Doctrina Monroe 2.0.
En ese esquema de reconfiguración geopolítica continental, se inscribieron sendos pronunciamientos mediáticos expansionistas y provocadores del magnate en diciembre pasado, sobre las eventuales anexiones de Canadá y México mediante su conversión en nuevos estados de EEUU, así como la reincorporación del canal de Panamá −eslabón estratégico como vía marítima bioceánica en los ámbitos militar y comercial−, al dominio pleno de EEUU. (A lo que agregó el dislate extracontinental de comprar Groenlandia a Dinamarca, por razones de seguridad nacional.)
En el caso del país de la hoja de maple, el 25 de diciembre Trump escribió en la red Truth Social: Feliz Navidad a todos [...] también al gobernador de Canadá, Justin Trudeau, los impuestos son demasiado altos allí, pero si Canadá se convierte en nuestro estado 51, los impuestos allí se reducirán en 60 por ciento, sus negocios se duplicarán inmediatamente, y estarán protegidos militarmente como ningún otro país del mundo.
Sobre México fue menos sutil. El 8 de diciembre, durante una entrevista en el programa Meet the Press, de la cadena NBC, Trump lanzó la idea provocadora de que México se convirtiera en un nuevo estado de EEUU, afirmando........