Un importante periódico del establishment europeo afirma que "lo que impulsa la política europea en la actualidad es el miedo". Los titulares resuenan con aprensión: "Las élites alemanas huyen despavoridas, mientras Putin hace llover muerte sobre Ucrania". El Primer Ministro británico convoca una conferencia de prensa de emergencia para advertir de que la "democracia está en peligro" por el "extremismo", en vísperas de una victoria electoral de George Galloway, una "espina" elocuente, aunque algo revoltosa, en el costado de la política convencional (que llama genocidio a lo que hace Israel en Gaza, pero difícilmente es un "extremista").
También en EEUU la esfera liberal está en crisis por la publicación de un libro que acaba de salir: 'White Rural Rage: The Threat To American Democracy' [La ira rural blanca: amenaza a la democracia estadounidense], en el que "los blancos rurales son [descritos como] la demografía más racista, xenófoba, antiinmigrante, antigay y de mentalidad conspirativa y antidemocrática" de EEUU. “No creen en la prensa independiente ni en la libertad de expresión", y son "los más propensos a aceptar o excusar la violencia".
Por supuesto, el miedo se está desviando, en primer lugar, hacia la afirmación de que, de alguna manera, esto es "obra" de Rusia, una "amenaza" inminente avivada por las afirmaciones de las "aspiraciones imperiales" del presidente Putin, mucho más allá de Ucrania. Sin embargo (invirtiendo el meme habitual de los medios de comunicación), no hay absolutamente ninguna prueba de estas afirmaciones (en nada de lo que Putin haya dicho a lo largo de los años).
Lo que está asustando a Occidente de forma más inmediata son las derrotas en cascada infligidas a las fuerzas ucranianas tras la debacle de Avdeevka. El nuevo........