Uno de los argumentos más risibles de cuantos asaltan el debate público es ese de «esto lo sacan ahora para que no hablemos de…», como si la gente sólo fuera capaz de hablar de una cosa exclusivamente. Por ejemplo: «Esto de Errejón lo sacan (¿quiénes?) para que no hablemos de la corrupción». Es un efugio especialmente habitual en la derecha cuando se topa con algo que exige un enfoque de carácter ideológico. Ocurre que la opinión de derecha, habitualmente cómoda en las argumentaciones de carácter jurídico, económico o moral, pierde pie cuando se trata de cuestiones ideológicas, y por eso tiende con demasiada frecuencia a reconducir estos episodios hacia la conducta personal, el interés económico o consideraciones de ese estilo. Ahora bien, si lo de Errejón es importante, es precisamente por la dimensión ideológica del episodio. Lo mollar del caso Errejón, a mi modo de ver, no es simplemente que sus comportamientos personales contradigan sus ideas; eso le ocurre a mucha gente de todas las latitudes ideológicas. Lo mollar es más bien que sus ideas contradicen la realidad, la naturaleza de las cosas, y aquí es donde cabe extraer lecciones que van mucho más allá de una simple polémica personal. De hecho, viene a ser algo así como una condensación (ciertamente caricaturesca) de toda la problemática intelectual de la nueva izquierda.
Hace mucho tiempo que la izquierda tiene un problema con el sexo, problema que nos ha endilgado a todos hasta hacer la atmósfera social irrespirable. Por una parte, ha elevado lo sexual a categoría de........