Más pedanterías
Desde que hace unos pocos meses La lengua retorcida invadiera las librerías del reino en estrecha competencia con Harry Potter en la lista de los más vendidos, numerosos lectores me han hecho llegar sus aportaciones para mi mortificación por no haberlas conocido antes de enviarlo a imprenta.
Uno de los terrenos más fértiles en retorcimientos lingüísticos es el de la enseñanza, quizá porque la jerga pseudocientífica lo tenga más fácil para ser tomada en serio. El desembarco de los psicopedagogos, expertos supremos en pedanterías, ha provocado, además de una caída espeluznante en la calidad de la educación debido al entierro de los conocimientos bajo la losa de los métodos (perdón, las metodologías), un alud de neopalabritas con las que justificar sus sueldos.
Comenzando por las obsesiones igualitarias e inclusivas, últimamente destaca, junto a los ya veteranos ciudadanías, profesorados y alumnados, el simpático estudiantado. Pero lo más grave es que las palabritas alocadas camuflan una todavía más alocada manera de pensar. El tenebroso Rousseau nunca ha gozado de tanta influencia. Del mismo modo que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que le corrompe —señal de que ni aquel desalmado proveedor de huérfanos ni sus seguidores se pararon nunca a observar la amoralidad natural del niño—, el........© La Gaceta
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