El valenciano Antonio Muñoz Degrain (n. 1840) fue uno de los más destacados pintores españoles del cambio de siglo. Sus cuadros más conocidos son La conversión de Recaredo y Los amantes de Teruel, que pueden contemplarse en el Senado y el Museo del Prado. En el Museo de Bellas Artes de Valencia se halla otro cuadro suyo sobre un tema regional que le resultaba familiar: Amor de madre, de 1913. En una huerta valenciana anegada, una mujer intenta salvar a su hijo de la impetuosa riada que instantes después se los tragará.
En su novela Entre naranjos, de 1900, su paisano Vicente Blasco Ibáñez describió una riada en Alcira: «Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río (…) Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos (…) Estaban habituados a aquella catástrofe casi anual, la inundación era un mal inevitable de su vida y lo acogían con resignación».
Aquellos ilustres valencianos conocían el clima de su tierra. Todavía no las llamaban ni gotas frías ni danas, sino simplemente tormentas, pero sabían por experiencia que de vez en cuando, sobre todo en otoño, los cielos arrojaban en pocas horas toda el agua que no había caído en un año.
Las riadas en las provincias mediterráneas suceden desde Adán. Lo sabe todo el mundo, incluidos los niños a los que en la oscurantista escuela de hace medio siglo se nos enseñó la geografía física, administrativa, económica y climática de toda España, todos cuyos ríos y afluentes tuvimos que aprender de memoria.
Las fuentes históricas........