El 2 de mayo de 1808 todos los poderes del Estado se postran genuflexos ante Napoleón, dueño absoluto de Europa. Nadie, salvo la Iglesia, mira con recelo las luces de la Ilustración que el gran Corso impone a sangre y fuego por el viejo continente. Sin embargo, hay dos oficiales que están dispuestos a derramar su sangre y alzarse contra el poder establecido. Durante esos días reina la incertidumbre con un Gobierno títere de Napoleón, un rey a punto de abdicar y un ejército, la Grande Armée, que se pasea por España mientras el nuestro permanece acuartelado. Las órdenes son claras: nada de intervenir.
El capitán Luis Daoíz y Torres, sevillano, está al mando del parque de........