Llegará el día —y es probable que mucho antes de lo que creemos porque la degradación es rapidísima y la censura cada vez más grosera— en que el debate deje de estar secuestrado porque sus rehenes hayan renunciado a los cálculos que les impiden decir en público lo que sueltan en privado. Cuando la espiral del silencio impuesta en tantos gremios y sectores —qué decir del periodismo, siempre tan estupendo en manifiestos y raquítico en obras— desaparezca, sólo entonces hablar en libertad dejará de ser visto como un acto heroico, callar ya no valga la pena y hasta los más cobardes suelten amarras sólo por decoro.
Semejante cambio de paradigma sólo parece al alcance de rostros conocidos ajenos al mundo de la política. Al menos, mientras la censura y el silenciamiento que padecen quienes se enfrentan al establishment dentro de las instituciones siga vigente y los grandes medios de comunicación........