Europa es un sonámbulo que camina hacia el precipicio, un anciano decrépito sin fuerzas para levantarse y asomarse a una realidad que le devora, por eso mira hacia otro lado. La resaca de la Nochevieja nos recuerda que el progreso eran calles ardiendo y mujeres violadas por turbas africanas mientras los medios las ocultan y presentan a Jenni Hermoso como icono de la violencia machista.
El despertar de la fiesta, siempre tan inoportuno, saca a la superficie las costuras de un continente secuestrado por el mito progresista y condenado a renunciar a su identidad, o sea, a su futuro. Milán, París, Burdeos, Berlín, Bruselas y Ámsterdam emulan la madrugada del 1 de enero de 2016 en Colonia, cuando casi un millar de alemanas fueron asaltadas por refugiados sirios. Entonces la prensa silenció las agresiones sexuales y, destapado el escándalo, la izquierda resolvió la colisión entre dos de sus banderas clásicas (mujer/extranjero) tomando partido por el segundo. La propia alcaldesa Henriette Reker dio una pista del futuro que nos aguardaba al pedir a las jóvenes alemanas que cuidaran su manera de vestir.........© La Gaceta