Estos días he tenido ocasión en Cataluña de hablar con gente del campo. Esos señores Cayo que tan bien supo retratar Delibes y que tan necesarios son para equilibrar nuestro desapego de la realidad y para que haya buena salud social.
Me ha sorprendido descubrir que, de izquierda a derecha, el hartazgo por la pocilga en la que se han convertido sus pueblos es el mismo. Desde el padre de familia que trabaja en la construcción y sufre viendo que sus hijos –incluso él mismo–, no pueden transitar a partir de determinada hora por las calles porque la heroína ha vuelto a reinar como en los ochenta.
Hasta una mujer que milita en un partido de izquierdas........