El principal problema de la esclavitud contemporánea es que es adictiva. La vida cómoda. No nos encierran en campos de concentración, ni en salas oscuras donde nos lavan el cerebro, pero vivimos sometidos a mil pulsiones por segundo: qué creer, qué vestir, qué comer, qué comprar, qué decir para ligar, qué callar para engañar, qué reír, qué llorar. La fuerza del entorno ya no reside en el entorno real, sino en la inmensa maraña del cosmos digital; ya no nos influye la masa de los compañeros de clase, sino el torrente de personas que no conocemos que entran y salen de nuestras vidas a cada segundo a través de las redes, los medios, los videos, y los cacharritos que nos facilitan la vida tanto como nos la arruinan. ¿Estamos preparados para esto? No. Es un modo de vida perfecto para Alexa o Siri, pero no para seres humanos.
De algún modo, todo nos moldea o nos arrastra, porque incluso quienes tienen una personalidad más fuerte o un criterio más formado, no están preparados para soportar el chorreo de viajar contra corriente todas las veces, todo el tiempo. Buscar la aprobación no es un latido de una vieja debilidad, sino un instinto de comodidad, y la diferencia entre ayer y hoy es que antaño nos veíamos........