Los malos amenazados
En primer lugar, una consideración de estilo. Los programas de Évole o en la estela de Évole se han valido siempre de un disfraz de objetividad: planos sostenidos de lo cotidiano, sensación de cercanía, una cierta pulcritud que recubría un periodismo servil, amarillista y profundamente sesgado. Mal periodismo disfrazado de documentalismo. Tampoco es nuevo. Sería como el periodismo de Ferreras y sus muchas capas de calzoncillos envueltos en la presunta objetividad de ElPaís. Trucos para incautos.
Hace unos días dediqué un artículo al instalado periodista Gonzo y alguien me lo afeó por considerar que se trataba de alguien insignificante, uno más del enorme sistema de propaganda. Mi justificación era que lo denunciado (la vinculación de la libertad de expresión en Internet con la violencia sobre las mujeres) constituía un hito de vileza intelectual reseñable.
En el mercado de la propaganda hay mucha competencia y todo logro es poco. Si hace unos días era eso, ayer el mismo periodista, en el último programa de........
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