Ribera, pieza clave

Está pasando con Teresa Ribera como cuando en las partidas de ajedrez todas las fuerzas de ambos contrincantes se concentran más y más sobre la suerte de una pieza. Su destino acaba siendo decisivo para el desarrollo de la partida con una inevitabilidad que se retroalimenta. Cuanto más empeño ponen los jugadores, más mágicos rigores, que dijo Jorge Luis Borges, se concentran en esa casilla. La tensión se palpa.

Pedro Sánchez trató de cobrarse el peón que es Manzón —con perdón por la aliteración—, en una típica maniobra girardiana, para usarlo de chivo expiatorio, pero esta vez el PP no ha caído en la trampa y apunta al alfil de Ribera con una insólita determinación. Declara un desconocido Feijoo: «Hemos defendido y seguiremos haciéndolo hasta el final que quien ha demostrado ser una mala ministra, no sólo ahora, pero especialmente en estos momentos de emergencia nacional, no merece ser premiada ni promocionada en ningún sitio y menos nombrada vicepresidente de todos los europeos». Son palabras duras, inesperadas, imprescindibles. Subrayemos........

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