Contrario al pasaje bíblico en el que según, milagrosamente llovió desde las alturas aquel recurso alimenticio para pueblo hebreo, en su peregrinación por el desierto durante cuarenta años, a los cubanos nunca el maná nos caído del cielo.

Dura batalla nos ha costado hacer avanzar nuestros proyectos de desarrollo, impactados desde siempre por un férreo bloqueo económico, el cual, no podemos negarlo, no siempre hemos sabido sortear con la capacidad y creatividad a la que una vez más, en este tiempo, nos convoca la dirección del país.

Acaso nuestra mejor proyección en ese sentido, trascurrió en aquel primer período de inflexión económica que sufrimos en los años 90, y del que ya no queríamos ni acordarnos, pero ahora estamos aquí, frente a un período igual de tenso.

Entonces, la inventiva nos salvó, recordemos las alternativas que vieron la luz en esos años de crisis, en sectores diversos como la construcción y la industria alimenticia.

Las crisis generan ideas, lo aprendimos muy bien entonces, pero hoy ya parece olvidado, y nos mantenemos inertes ante la urgencia de volver nuestros pasos sobre aquellas esas ideas válidas que, desde lo local, desde los Consejos Populares, surgieron como loables alternativas, para paliar sentidos problemas.

Más, si una cosa debiéramos aprender definitivamente, es que, en nuestras condiciones, no puede la innovación solo desatarse en momentos críticos, sino ser una práctica para un país que, por harto conocidas razones, nunca ha vivido en plena holgura.

Es indispensable que esa disposición a inventar, a crear, nos caracterice permanentemente, porque solo así podremos enfrentar mejor escenarios volátiles e integrar los cambios necesarios, no solo para satisfacer el mercado interno de los bienes y servicios que demandamos, sino para insertarlos en un mercado externo en el cual innegablemente podemos incursionar desde entidades estatales y los nuevos actores económicos que van surgiendo.

Hay un colchón de flexibilizaciones aprobadas por el país que no hemos sabido aprovechar con miras al anterior objetivo, y nadie ha dicho que sea fácil, desafío al fin, pero tampoco imposible.

La innovación, esa que los cubanos llevamos en sangre, pero dormita, es la única manera de lograr mantenernos activos, tanto como hacer cosas distintas para adaptarnos a las nuevas circunstancias y también estar atentos a las oportunidades de negocios externos que se pueden presentar.

Nos falta construir de una vez y por todas, una cultura de la innovación, tener procesos establecidos que hagan de esta una rutina, integrarla a la forma de pensar de las personas y desterrar el facilismo de querer prenderse del plato ajeno o resolverlo todo sobre la base de precios excesivos (tanto en el sector privado como estatal), en lugar de apostar por crecientes volúmenes productivos. Tal acomodamiento solo provocará seguir embaucando el desarrollo.

No hay otra opción, debemos inventar, producir y crear, pues el dinero no se come, y el maná no nos caerá del cielo.

QOSHE - El maná no cae del cielo - Sara Sariol Sosa
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El maná no cae del cielo

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22.12.2022

Contrario al pasaje bíblico en el que según, milagrosamente llovió desde las alturas aquel recurso alimenticio para pueblo hebreo, en su peregrinación por el desierto durante cuarenta años, a los cubanos nunca el maná nos caído del cielo.

Dura batalla nos ha costado hacer avanzar nuestros proyectos de desarrollo, impactados desde siempre por un férreo bloqueo económico, el cual, no podemos negarlo, no siempre hemos sabido sortear con la capacidad y creatividad a la que una vez más, en este tiempo, nos convoca la dirección del país.

Acaso nuestra mejor proyección en ese sentido, trascurrió en aquel primer período de inflexión económica que sufrimos en los años 90, y del que ya no queríamos ni acordarnos, pero ahora estamos aquí, frente........

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