Le expresión “estado fallido” resulta novedosa para unos, y antiquísimo para quienes lo inventaron y tratan de revitalizarlo a cada paso.
Entre ellos habrá quienes lo usen con conocimiento de causa y otros sin ton ni son, “porque salió en feisbu y tiene que ser así, pues allí siempre tienen razón”, por eso cuando disparan la frase ya sabe uno a qué atenerse.
Y habría que preguntarse cuál es el fallido, ¿aquel que para complacer a una minoría mafiosa y anexionista, centuplica el daño a 11 millones de seres humanos ignorando la voluntad de la mayoría?
¿Ese poderoso hasta el derroche que por ineficacia, dejó multiplicar la cifra de fallecidos por la Covid-19, ostenta un vergonzoso récord de guerras y violencia; brutal represión y asesinatos de ciudadanos por la policía; racismo y violaciones de los derechos humanos?
Medios conservadores y reaccionarios barajan si un determinado estado (siempre socialista) es fallido o débil, pero encontremos matices: los principales documentos de las administraciones de Obama y Trump consideran a China el principal rival estratégico de EE. UU y Biden los secunda, no era “fallido” para quienes le otorgan esa relevancia al Gigante asiático.
¿Es o no fracasado el implementador de macabros castigos para impedir cualquier ingreso de divisas a Cuba, incluidas las exportaciones de servicios de todo tipo?
Asimismo, el suministro de combustibles o las acciones dirigidas a impedir la adquisición de suministros médicos, incluidos los necesarios para la elaboración de nuestros candidatos vacunales.
No puede obviarse la desvergüenza del presidente Biden al hablar de Cuba. Profundicemos, retrocedamos a los turbios orígenes de la frase y su utilización para legitimar intervenciones, por “Estado fallido” puede entenderse aquel en el que existe vacío de poder, entre otras cuestiones.
¿Puede alguien pensar en Cuba así? La respuesta es no: el pueblo cubano demuestra su capacidad de decidir la mejor forma de gobierno para su democracia, libremente elegida.
La excelencia del sistema educativo cubano y la calidad de sus instituciones aseguran al país el potencial humano, capaz de colaborar en la formación de miles de profesionales de otros países, prestar servicios médicos a quienes lo puedan necesitar en el mundo, incluso en condiciones excepcionales, de enfrentar con éxito la Covid-19, de producir las vacunas, medicamentos y la inteligencia sanitaria para su control, son elementos más que suficientes para despejar cualquier duda
¿Qué debemos mirarnos más hacia dentro y enmendar yerros y resolver los problemas con objetividad y sin paños tibios? Indudable.
Recordemos la estrategia de Lester Mallory, trazada desde abril de 1960: “La privación a Cuba de dinero y suministros para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Al constatar las pérdidas materiales y humanas ocasionadas por la guerra bacteriológica que sí existió, como también el bloqueo, nuestros triunfos brillan a pesar de la prosperidad arrebatada.
Los presidentes de EE. UU. cada vez dieron y dan un nuevo tortor a la rosca del bloqueo, que solo ingenuos o malintencionados son capaces de minimizar.
Llamarnos Estado fallido es calumniar: Cuba enfrentó a la pandemia de la Covid-19 con recursos propios gracias al desarrollo del sistema sanitario, a pesar de las dificultades impuestas por la política hostil de Estados Unidos.
Irónicamente, el politólogo norteamericano Noam Chomsky tilda a su país de ser un Estado fallido, por su uso abusivo del poder y su irrespeto por las normas internacionales.
La noción teórica de Estado fallido, es hoy artillería pesada contra naciones no alineadas con la hegemonía yanqui.
Le expresión “estado fallido” resulta novedosa para unos, y antiquísimo para quienes lo inventaron y tratan de revitalizarlo a cada paso.
Entre ellos habrá quienes lo usen con conocimiento de causa y otros sin ton ni son, “porque salió en feisbu y tiene que ser así, pues allí siempre tienen razón”, por eso cuando disparan la frase ya sabe uno a qué atenerse.
Y habría que preguntarse cuál es el fallido, ¿aquel que para complacer a una minoría mafiosa y anexionista, centuplica el daño a 11 millones de seres humanos ignorando la voluntad de la mayoría?
¿Ese poderoso hasta el derroche que por ineficacia, dejó multiplicar la cifra de fallecidos por la Covid-19, ostenta un vergonzoso récord de guerras y violencia; brutal represión y asesinatos de ciudadanos por la policía; racismo y violaciones de los derechos humanos?
Medios conservadores y reaccionarios barajan si un determinado estado (siempre socialista) es........
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