En la década de los ochenta, del siglo pasado, se hablaba de El Salvador por algunas de estas razones: 1) por la guerra que le cobró la vida a monseñor Óscar Romero, el 24 de marzo de 1980; 2) por el Frente Farabundo Martí para la Liberación (FMLN) y su conexión con los sandinistas en Nicaragua, 3) por el éxodo de miles de salvadoreños que fueron, en condición de refugiados, a poblar gran parte de Belice, sobre todo su capital (Belmopán) y 4) por el Grupo Contadora.
Nuevamente, El Salvador se ha puesto moda gracias a su presidente, Nayibe Bukele, que acaba de ser reelegido con un 85% de votos válidamente emitidos (según fuentes oficiales). Porcentaje que se debe a sus altísimos niveles de popularidad soportados sobre un modelo de seguridad ciudadana que, en el marco del Estado de Excepción, resulta muy simple a la vista de cualquier analista que se aproxima, desde las fronteras, a este pequeño país centroamericano plegado sobre las costas del Pacífico.
Ahora bien, decimos que resulta simple porque, en apariencia, el tema se reduciría a que los criminales son sometidos por la fuerza legítima del Estado y, por lo tanto, son llevados a las cárceles porque los jueces profieren condenas severas en su contra. Pero, el tema obviamente sugiere otras aristas que proyectan el asunto más allá de lo anteriormente enunciado.
Por lo........