No estaba preso, andaba de parranda… |
Elegir entre los exministros Bonilla, Chuspa y nuestro protagonista, Carlos Ratón, para escribir esta nota editorial, no fue fácil. Aunque los tres desfilan por el mismo iter criminis, me decidí por este último, en vista de lo grotesco de los hechos que rodean este nuevo acápite, que, dicho sea de paso, no son menos deleznables que los de los dos primeros roedores en mención.
Las imágenes en los medios de comunicación registrando a Carlos Ramón González, de fiesta en Nicaragua, celebrando su impunidad, emparrandado y enrumbado, lo dicen, todo. Es escuetamente, la demostración patente de la burla, a la justicia; del cinismo demostrativo de que el crimen en este país, sobre todo en este momento, sí paga. Es una vergüenza nacional que un delincuente de semejante laya, perseguido internacionalmente con circular roja de Interpol, este disfrutando a sus anchas en una fiesta en la madriguera de Nicaragua. Y lo más grave: todo esto gracias a los apoyos y ayudas del gobierno nacional que permitieron y tramitaron la estadía y la solicitud de asilo de este delincuente, de este criminal, de este bandido para que hoy pueda estar de fiesta en un jolgorio en el país centroamericano, que, como Venezuela, recibe y alberga facinerosos y es una administración cómplice de la depravación estatal colombiana, en la que hoy nos tiene sumidos Gustavo Petro.
Cuando se voló este malhechor y se supo de su paradero en Centro........