El seis de marzo, un día antes de que se cumpla año y siete meses de una pesadilla que nos mantiene aterrorizados y pareciera no tener final, me uniré a mis compatriotas en una marcha convocada que será de dimensiones no despreciables, como todo lo indica. Persisto en mi visión poco optimista sobre las posibles consecuencias de un acto de protesta ciudadana de tal naturaleza pero eso no me desanima como para abstenerme de participar aunque solo sea para sumar mi voz al grito de “Fuera Petro” que se ha convertido en el sello distintivo de la manifestación de rechazo a un gobernante que no genera sino repudio al estar empeñado en destruir un país con todas las condiciones para hacerse grande, terminar con la pobreza y emprender el camino del progreso pero que se encuentra atado a una corrupción sin límites y a una despiadada criminalidad que, durante los diecinueve meses pasados, han gozado de una total impunidad y cuya finalidad no ha sido otra sino la de utilizarlas como herramientas para........