[….] ¿Qué ruptura? La ruptura con el poder y, como consecuencia, con la noción de poder, y, en consecuencia, en cualquier lugar en que predomine un poder.
[….] Afirmar radicalmente la ruptura: esto equivale a decir —es el primer sentido— que estamos en estado de guerra contra lo que es, en todos lados y en todo momento, que no tenemos relación sino con una ley que no reconocemos, con una sociedad cuyos valores, verdades, ideal y privilegios nos son extraños, que nos las tenemos que haber con un enemigo tanto más temible cuanto más complaciente, con el cual debe quedar claro que, bajo ninguna forma, ni siquiera por razones tácticas, pactaremos jamás. Producir la ruptura no es solo apartar o intentar apartar de su integración en la sociedad establecida a las fuerzas que tienden a la ruptura; es hacer de tal forma que, cada vez que se lleva a cabo y sin dejar de ser rechazo efectivo, el rechazo no sea un momento solamente negativo. Ahí se encuentra, política y filosóficamente, uno de los rasgos más fuertes del movimiento. En este sentido, el rechazo radical, tal como este lo produce y tal como también nosotros debemos producirlo, supera con mucho la simple negatividad, por más que sea negación incluso de lo que todavía no ha sido propuesto y afirmado. Poner en claro el rasgo singular de este rechazo es una de las tareas teóricas del nuevo pensamiento político. Lo teórico no consiste evidentemente en elaborar un programa, una plataforma, sino, al contrario, en mantener, al margen de todo proyecto programático e incluso de todo proyecto, un rechazo que afirma, en liberar o mantener una afirmación que no ordena, sino que desordena y se desordena, pues guarda relación con el trastorno y el desasosiego, o incluso con lo no estructurable [….]
Maurice Blanchot, Afirmar la ruptura, 19681
En la medida en que el anarquismo promueve la diversidad y celebra lo múltiple, se entiende que se sitúe, él también, bajo el signo de la pluralidad, y su espacio esté afortunadamente constituido por múltiples anarquismos.
Si desde hace ya varios años suelo usar en mis escritos la expresión los anarquismos, en lugar de referirme al anarquismo, es porque el uso del plural constituye un reconocimiento expreso de su diversidad y también porque, con intención performativa, quiere ser una forma de alentar al mantenimiento de esa diversidad frente a las tentaciones unificadoras de algunas corrientes que consideran que su anarquismo debería prevalecer. En suma, el hecho de que sea polimorfo no solo es coherente con sus propios principios, sino que, además, a mi entender, es bueno que lo sea.
Mi compromiso con la diversidad de los anarquismos es suficientemente intenso para que sienta la necesidad de hacer referencia al uso del singular en el título del libro, pese a que la razón de tal uso acabe resultando obvia porque el plural desaparece y se impone el singular tan pronto como dejamos de hablar del anarquismo en términos generales y pasamos a ocuparnos específicamente de tal o cual de sus variantes. En este sentido, en tanto que constituye una nueva variante de los anarquismos, una más, el anarquismo no fundacional no queda exento del tratamiento en singular.
Por otra parte, también haré una excepción al uso del plural en las menciones al anarquismo a lo largo del libro, porque en la mayor parte de los casos me refiero a unas características que son comunes al conjunto de los anarquismos; cuando no es así, por ejemplo al tratar del postanarquismo, la propia denominación de la variedad aludida ya implica la existencia de otras formas de anarquismo.
Si siento interés en intentar contribuir a una reflexión que vaya delineando los contornos aún imprecisos de dicha variante y me motiva presentarla aquí es porque estoy convencido de que representa una forma de anarquismo desenclavado de las inercias susceptibles de inmovilizarlo, porque ha incorporado el fermento de una reflexión permanente acerca de sus propias y solapadas........