Aportes teóricos de Immanuel Wallerstein VII. El sistema capitalista se encuentra en una crisis estructural, irresoluble y terminal

Es un hecho aceptado que todo está en movimiento, cambio y transformación y que, en cada momento nada es igual a lo que previamente era (“un hombre no se baña dos veces en el mismo río”, decía Heráclito de Efeso), pero si consideramos que “en cada microsegundo hay bifurcaciones en el sentido de que hay un proceso histórico irreversible” llegaríamos a la conclusión de que “todo es crisis”2; sin embargo, el uso de “los términos ‘cambio’, ‘crisis’ y ‘bifurcación’ si se los define de manera muy amplia, su utilidad se reduce a cero”3

“Así, es necesario distinguir desde el principio los cambios pequeños de los grandes, las bifurcaciones cíclicas de las crisis sistémicas, las opciones de las bifurcaciones. Estas distinciones están contempladas en la diferencia que hace Prigogine entre procesos determinísticos, que son los que tienen lugar entre las bifurcaciones, y procesos probabilísticos, los que se dan cuando el sistema elige entre las ramas de una bifurcación”4

Wallerstein presenta “una guía metodológica”5 que nos permite orientarnos dentro de toda esa maleza de cambios que ocurren al interior de los sistemas sociales (el más complejos de todos), precisamente por su naturaleza social, al estar constituidos por individuos que sienten, padecen, tienen sentimientos, motivaciones políticas, ideas estéticas, religiosas, etc,. “A esa metodología le he dado el nombre de ‘búsqueda de ritmos cíclicos y tendencias seculares’. El primer concepto, ritmos cíclicos, implica que existe algún tipo de equilibrio, aunque normalmente se trata de un equilibrio en movimiento. También implica que hay ‘ruido’ en el proceso, ruido que revela la existencia de fluctuaciones que, si se grafican, adoptan la forma de ciclos de distinta longitud de onda”6

En los ritmos cíclicos si bien “no se presupone que el movimiento cíclico se produzca a intervalos definidos y constantes, sino todo lo contrario: en todos los sistemas complejos, lo que a lo sumo existe y, por lo tanto, puede describirse, son parámetros aproximados que tienen una gran probabilidad de ser recurrente (…) hay algo en el proceso que vuelve a esas fluctuaciones inevitables y recurrentes”7, de ahí el término que los nombra: ritmos cíclicos.

En el sistema capitalista existen muchos ritmos con periodicidad cíclica: de Kitchin, Juglar, Kuznets, Kondratiev, etc., siendo el de las crisis económicas de duración más o menos decenal el más periódico, repetido y conocido de ellos.

La característica de todos estos ritmos cíclicos es que alejan al sistema de la posición de equilibrio, pero en todos los casos el sistema tiene la capacidad de, a través de una serie de mecanismos, volver a restaurar la armonía y proporcionalidad temporalmente perdida, aunque nunca se restablece en el punto que previamente estaba. El sistema queda siempre ‘tocado’ y, lento pero sostenidamente, se va poco a poco erosionando, eso ocurre en todos los sistemas y los sistemas sociales en general y el capitalismo en particular, no son la excepción de ello. Wallersterin lo dice así, “sin embargo, nada se repite nunca exactamente. Y lo que es aún más importante, los mecanismos de ‘regreso al equilibrio’ implican cambios constantes en parámetros sistémicos que pueden ser registrados y utilizados para describir tendencias seculares del sistema en el tiempo”8

“Como, en realidad, los ritmos son imperfectamente simétricos a causa de los pequeños acontecimientos cambiantes del sistema, el equilibrio está siempre en movimiento y es posible observar en qué dirección se mueve. Esto es lo que en la bibliografía científica determinista se denomina linealidad del sistema y lo que yo denomino tendencias seculares. Suele quedar fuera del análisis pero, al menos en los sistemas sociales históricos, la mayoría de las tendencias no pueden extenderse al infinito porque alcanzan límites intrínsecos”9

“Una tendencia secular debe ser concebida como una curva cuya coordenada (o eje x) marca el tiempo y cuya ordenada (o eje y) mide un fenómeno marcando la proporción de un grupo con una característica particular. Si a lo largo del tiempo el porcentaje tiende a incrementarse de una manera lineal ascendente, significa que por definición (puesto que la ordenada está expresada en porcentajes) que en algún momento ya no podrá hacerlo. A esto denominamos llegar a la asíntota, o al cien por ciento. Ninguna característica puede alcanzar en ningún grupo más del ciento por ciento. Esto significa que en lo que resolvemos los problemas de mediano plazo con un movimiento ascendente de la curva, alcanzaremos eventualmente en el largo plazo el problema de acercarnos a la asíntota”10

“Pongamos un ejemplo obvio: supongamos que pudiera producirse un aumento ilimitado de la población de nuestro planeta por medio de la reproducción biológica. En algún momento, nos quedaríamos literalmente sin espacio. Y en algún momento anterior nos quedaríamos sin alimento. Entonces sucedería algo que reduciría la cantidad de habitantes del planeta. Por lo tanto, no es cierto que el vector lineal que describe el aumento de la población pueda extenderse indefinidamente. Sería muy fácil hacer una lista de vectores indefinidos que son imposibles”11

“…deberíamos repensar qué medimos cuando medimos tendencias seculares. Mi respuesta es que deberíamos medir los porcentajes que se encuentran en los procesos que consideramos fundamentales para el funcionamiento de un sistema social histórico. Por ejemplo, en el análisis del sistema-mundo moderno, me interesaría saber qué porcentaje de habitantes del sistema realiza un trabajo salariado de más de medio turno y no cuántas personas trabajan tiempo completo y perciben un salario por ello. No es este el lugar para explicar por qué eso es importante; baste con decir que, una vez que los datos se han convertido en porcentajes, siempre existe la asíntota del 100% de la población que se estudia. De esto se sigue que todas las tendencias seculares alcanzan un punto en el que no pueden seguir extendiéndose de manera lineal. Y este es el punto preciso en que los sistemas históricos llegan a una crisis que conduce a la bifurcación”12

Son estas tendencias seculares cuando sus porcentajes, una vez medidos, se acercan a la asíntota del 100% (pues nada puede ser verdadero para más del 100%, como se ha dicho) lo que Immanuel Wallerstein considera como el momento en que el sistema ha ingresado en una crisis estructural.

En su libro Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos, relaciona tendencia secular y crisis estructural de esta manera: “Cuando la optimación de corto plazo provoca problemas de mediano plazo que se resuelven a través de ajustes de mediano plazo, el sistema histórico funciona de manera normal. Sin embargo, los ajustes a mediano plazo añaden más tiempo a las tendencias seculares que crean problemas a largo plazo. El problema clave del largo plazo causado por las contradicciones de un sistema ocurre cuando la tendencia secular llega a un punto tal que los ajustes a mediano plazo para resolver los problemas a corto plazo ya no son eficaces ni siquiera a mediano plazo. En este punto nos encontramos en lo que podríamos llamar una crisis sistémica [estructural] donde, en la jerga de las ciencias físicas modernas, ocurren oscilaciones severas y una bifurcación que es transformativa. Esto es, debe haber una transición estructural del sistema histórico existente a otra cosa. Por supuesto, éste es un proceso razonablemente largo pero irreversible; cuyo resultado es incierto (o estocástico)”13

Y en La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico, Wallerstein lo sintetiza bellamente desde el punto de vista filosófico así:

“La economía mundo capitalista, como cualquier otro sistema, se ha conservado por sí sola durante mucho tiempo por medio de mecanismos que se encargan de restablecer el equilibrio cada vez que se distancian de él sus procesos. El equilibrio nunca se restaura de manera inmediata, sino solo después de que ha habido una desviación considerable de la norma y, desde luego, el equilibrio nunca se restaura a la perfección. Como requiere que las desviaciones avancen una cierta distancia antes de disparar los movimientos en sentido inverso, el resultado es que la economía-mundo capitalista, como cualquier otro sistema, cuenta con ritmos cíclicos de muy diversos tipos (…)

El equilibrio nunca se restaura hasta el mismo punto debido a que los movimientos en sentido inverso requieren de algún cambio en los parámetros subyacentes del sistema. De ahí que el equilibrio sea siempre un equilibrio en movimiento y, por lo tanto, el sistema tenga tendencias seculares. Es esta combinación de ritmos cíclicos y de tendencias seculares lo que define a un sistema que está funcionando de manera ‘normal’. Sin embargo, las tendencias seculares no pueden continuar por siempre, pues se topan con asíntotas. Cuando esto sucede, ya no es posible que los ritmos cíclicos vuelvan a hacer que el sistema recupere el equilibrio, y es aquí donde el sistema entra en problemas. Ingresa entonces en su crisis definitiva y se bifurca, esto es, se ve a sí mismo ante dos o más rutas alternas hacia una nueva estructura, con un equilibrio nuevo, nuevos ritmos cíclicos y nuevas tendencias seculares. Pero cuál de las dos rutas alternas seguirá el sistema, es decir, qué tipo de nuevo sistema se establecerá, esto es imposible determinarlo por adelantado, por cuanto es una función de una infinidad de elecciones particulares que no están limitadas sistemáticamente. Esto es lo que hoy sucede en la economía-mundo capitalista.

Para apreciar lo anterior, debemos observar las tres grandes tendencias seculares que se aproximan a sus asíntotas. Cada una de ellas, por tanto, está creando límites a la acumulación del capital. Como la acumulación sin fin de capital es el rasgo definitorio del capitalismo como un sistema histórico, la triple presión tiende a volver invariable el motor primario del sistema y, en consecuencia está creando una crisis estructural”14

¿Cuáles son estas tendencias........

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