Anarco-sindicalismo, el orden de los factores

(Informe del Banco de España)

Aunque suene a déjà vu, hoy el anarquismo es más necesario que nunca. Pero también hoy necesita hacérselo reflexionar más que nunca. Más necesario que nunca porque en la actualidad el Capital es ecuménico. No tiene alternativa fáctica, desde el momento en que todos países lo consagran como el icónico modelo de crecimiento (incluso Corea de Norte y Cuba no pueden ocultar su influencia). Eso unido a que el Estado, nudo axial de control social de los gobiernos (sean autocracias o democracias), es la herramienta fundamental para su implantación urbi et orbi. De ahí que solo una doble refutación Capital-Estado puede abrir una ventana a la esperanza más allá de la decadente servidumbre voluntaria en que estamos confortablemente instalados. Quiere esto decir que pueden producirse cambios ideológicos en los gobiernos, pero sin que ello se traduzca necesariamente en un aldabonazo hacia otro mundo mejor en lo humanista (lo material va como un tiro). Al aceptar el axioma de que somos súbditos del Capital y del Estado, va de suyo que sin derogar los poderes del Capital y del Estado nos socializamos en un interminable malestar. Aquello de que los grandes nunca pueden caer, con que se justificó el rescate de la gran banca en la crisis financiera del 2008, en la actualidad se ha encaramado como principio de necesidad. El trabajador ha unido su existencia al éxito de su empleador, de forma que si al empresario le va mal también el empleado pagará las consecuencias. Surfeamos sobre una economía parafranquista, haciendo del turismo nuestra mórbida opción industrial en un país de orgullosos camareros (durante el último ejercicio visitó España un número de personas superior al doble de su población: 85,1 millones frente a 47,7)).

Se ha llegado al extremo de aprobar leyes por gobiernos de izquierda que consagran el cuando las empresas temen........

© Kaos en la red