menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Jack London, entre el abismo y la cima

12 4
24.06.2024

Cuando ahora me piden libros de Jack London, me comentaba un amigo librero, no suelen ser para los niños, sino para gente inquieta, lectores habituales de “platos fuertes”. Efectivamente, la obra de London está siendo recuperada, y no sólo de las manos de los niños, sus más habituales consumidores, sino de la rutinaria y reduccionista clasificación de autor de “novelas de aventuras” en que estaba encasillado.

El éxito que rodeó su existencia como novelista, y que le hizo varias veces rico, no significó que fuera realmente comprendido, y ni siquiera el aprecio de gente tan importante como Anatole France, Trotsky o George Orwell, fue suficiente para romper con su clasificación unilateral, es decir para que se hiciera una lectura a fondo por parte de los historiadores y críticos de turno. Los motivos de que a London se le conociera tan superficialmente, son difíciles de explicar: la complejidad de su experiencia vital, su adhesión a una “causa perdida” como la del socialismo americano, la clasificación mencionada, etc., han tenido que ver con ello. Pero lo importante es que hoy la imagen de London se enfoca ya de otra manera, y se le ve como una compleja combinación de individualista, socialista y poeta visionario.

La obra de London hay que insertarla en la América de los pioneros y colonizadores; en la América individualista que busca su identidad en Dios, en Nietzsche o en la filosofía oriental; en la América colectivista del mundo obrero: la del “sueño de Debs” de acabar con la injusticia; en la América de la oligarquía despiadada que más tarde mostraría su “talón de hierro” en Vietnam y otros lugares.

En el “viejo Socialist Labour Party”

Los elementos que hicieron de London un convencido socialista son variados. Entre ellos podemos mencionar su propia experiencia proletaria, el estado de depauperización que sufre la clase obrera en aquella época, el fuerte idealismo de los militantes revolucionarios, el declive del humanismo democrático americano arrollado por el espíritu de la competencia burguesa, la actitud mercantil de los editores y la despiadada de la “inteligentzia” liberal que le ignora en sus inicios y le adula cuando es alguien, etc. Todo ello le empujó hacia el socialismo más radical, hacia la militancia política, que se confunde con su carrera literaria, para separarse de nuevo en vísperas de su suicidio. Por aquella época Norteamérica se encontraba en una verdadera encrucijada. Moría el capitalismo concurrencial y se iniciaba la era del capital monopolista. La democracia americana no era más que un sueño. Se podía hablar con libertad, pero ¡ay de quién, como London, quisiera practicarla! Los grandes centros industriales levantados con el sudor de miles de trabajadores, quedaban irremisiblemente en mano de una minoría, que inmediatamente se hacía proteger por la policía y por sus guardas personales contra los “agitadores”. Cuando el Manifiesto Comunista llegó a manos de London, fue como una “iluminación”: aquella era la expresión teórica y literaria de una evidencia que se presentaba desnuda ante sus ojos.

Cuando London ingresa en el partido socialista, se sienta al lado de su ala más revolucionaria, la de Debs y la de León, los más gigantescos y auténticos líderes de un socialismo que pronto perdió la dentadura, y rechaza el ala ultra reformista de la AFL (Federación Americana del Trabajo). Se convierte en un agitador en el medio universitario de Berkeley, en un tribuno de masas en las campañas electorales y en apoyo de las huelgas obreras, en un propagandista que publica numerosos folletos –ninguno de los cuales ha llegado hasta nosotros– en favor de la causa, de “la guerra de clases”, como se titula uno de ellos. Participa como corresponsal en la guerra ruso-japonesa, más tarde lo hace en la........

© Kaos en la red


Get it on Google Play