Fernand Pelloutier en el inicio del sindicalismo revolucionario
Quizás el más significado de los representantes del primer sindicalismo revolucionario haya sido Fernand Pelloutier (París, 1867-Lyon, 1901) de origen muy humilde pero que tuvo entre sus antecesores componentes heréticos e inconformistas que influyeron en su evolución. A los 13 años fue expulsado de un colegio religioso por haber escrito un duro panfleto contra la Iglesia. A los 18 años conoce el «demonio» del periodismo y trabaja intensamente en la prensa local, en Saint Nazaire. Después de una frustrante experiencia electoral como demócrata radical sensible a las reivindicaciones campesinas, sufre una crisis personal, ideológica y los primeros embates de una enfermedad. «Fernand Pelloutier se repliega sobre sí mismo, revisa sus ideas y busca sin tregua un medio de acción que, provisto de un carácter netamente económico, ponga sobre todo en movimiento la energía obrera. Estos años son decisivos en su vida. De esta larga hora de soledad nace un hombre nuevo» (Eduard Dolleans).
En 1892 ingresa en el partido obrero “marxista” de Jules Guesde, de cuyo marxismo estrecho y sectario no tardará en tomar distancia y del que se convertirá en un duro adversario en los rangos proletarios. Su aproximación al anarquismo pasa por un rechazo radical de las «románticas» formadas por los bohemios y los terroristas del tipo de Ravachol, contra los que escribe páginas muy duras. Estas críticas se hace extensivas al socialismo parlamentario en la convicción de que ni la «propaganda por el hecho» ni la «representación» electoral podrían sustituir a la clase sin traicionarla y desactivarla. Ninguna elección, ninguna insurrección, ningún gobierno (incluso el revolucionario) podrá reemplazar la acción directa y educadora de las propias masas trabajadoras. En 1895 milita con los Caballeros del Trabajo, y un año antes había comenzado a impulsar su titánica penetración en las Bolsas de Trabajo de cuya federación Pelloutier será elegido secretario adjunto.
En 1895 es nombrado secretario general, y se encuentra ya imbuido en una interpretación de las ideas anarquistas a las que concibe como el mejor medio para convertir en revolucionarias las actividades reivindicativas. El primero de mayo del mismo año, escribe: «Somos los enemigos irreconciliables de todo despotismo moral o colectivo, es decir, de las leyes y de las dictaduras, incluida la del proletariado… La misión revolucionaria del proletariado consciente es la de perseguir más metódicamente, más obstinadamente que nunca la obra de educación moral, administrativa y técnica necesaria para hacer viable una sociedad de hombres dignos y libre».
Su principal iniciativa, las Bolsas de Trabajo —que se desarrollan desde 1886— en sus orígenes son simplemente centros de reunión de las organizaciones obreras. Pero Pelloutier las convierte en........
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