Ernest Mandel: un siglo de historia

La tentativa marxista de comprender la realidad para transformarla a través de la mayoría social, y con una finalidad abierta y emancipadora (la democracia participativa y el socialismo igualitario), partiendo de la realidad nacional en combinación con una opción internacionalista, cuyo breviario codificado por Karl Kautsky se convirtió en la oficial de la Segunda Internacional (ver nota 12), triunfó en buena parte de sus congresos, pero cuando se tenía que celebrar en Viena, justamente agosto de 1914, el Xº, en el las expresiones más contrarias al militarismo y al patrioterismo tenían carta para imponerse en el debate, estalló una guerra que, de entrada, mostraría la existencia de una rotunda disociación entre la acción posibilista y las palabras socialistas (Georges Haupt realizó un estudio impresionante de Le Congrès manquè, de la International en las vísperas de la Primera Guerra Mundial, cuya edición de Maspero, París, 1965, no ha sido traducida). Al lado de estalinismo la socialdemocracia podrá aparecer como más “liberal”, como una tradición que permitirá márgenes de tolerancia y pluralidad…

Esta contradicción entre la teoría y la práctica será todavía más fragante con la corrupción de la Tercera Internacional por la rusificación estalinista que se traslucirá en los manuales soviéticos, o en los de George Politizer o más recientemente de Marta Hacneker, en los que se reproduce fielmente el esquema eclesiástico. Un ejemplo lo suficiente representativo puede ser el siguiente: en la misma en la misma época en que Palmiro Togliatti redacta su famosa edición del Tratado de la tolerancia, de Voltaire (Crítica, BCN, 1977, tr. de Manuel Sacristán), es cuando el propio Togliatti bramaba contra el “titotrotskysmo”…En este tiempo, hasta la edición de los clásicos se encuentran congeladas o distorsionadas, así la edición buena parte de los escritos del último Lenin permanecen ocultos hasta años después del XXº Congreso del PCUS, Rosa Luxemburgo era “maldita”, algo no muy diferente ocurrió con el legado de Gramsci, o con el del primer Lukács, etc. De hecho, el mismo conocimiento de Marx se encuentra catalogado como un legado cerrado, del que se escamoteaba sus tiempos de evolución, sus saltos, rupturas y contradicciones, una visión completa y dinámica. En este contexto, tal como hemos explicado, la corriente se debate en una tensión constante entre la defensa de la tradición y la necesidad de una puesta al día de los supuestos teóricos, incluyendo la propia nuevas “lectura” de Marx y Engels a partir del conocimiento mucho más amplio de sus biografías y de buena parte de sus obras, o del mismo proceso de los títulos que jalonan la concepción marxista de la historia.

Inmersa en su historial de tensiones y debates, la Cuarta Internacional trata de dar respuestas tanto a las exigencias de una influencia práctica, como a las exigencias de unas nuevas explicaciones de todo lo que había cambiado. En este marco cobra un protagonismo especial la figura de Ernest Mandel, conocido también como Ernest Germain y más clandestinamente como “Walter”, variaciones que, en opinión de mucha gente, no deja de comportar diferencias, Mandel sería el rostro creativo mientras que Germain sería más el defensivo, una dualidad que, empero, el propio Ernest consideraba injusta, pero que era certificada no solamente por personas ajenas a la Internacional sino también en la LCR francesa. Nacido en Franc­fort en el seno de una familia ju­día, de nacionalidad belga, políglota, multifacético e incansable (su producción teórica combinaba los grandes estudios, los trabajos en las revistas así como los copiosos textos de los debates internos, fue tal que podrían crear la sensación de que su lectura habría ocupado el día el día de un lector)…Su vida y su obra estuvieron dedicadas a la idea que había asumido desde su primera juventud, en la que tuvo una influencia su padre, Henri........

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