Algunas notas sobre los socialistas libertarios alemanes

Aunque el anarquismo nunca llegó a arraigar en Alemania como movimiento de masas, y nunca representó la menor amenaza, no ya para la poderosa socialdemocracia en cualquiera de sus épocas, tampoco lo fue para el partido comunista de la república de Weimar, no es menos cierto que su pequeño historial está jalonado por la presencia de algunas grandes individualidades entre las que sobresalen con especial fuerza los nombres de tres militantes judíos: Landauer, Mühsam y Rocker…Éste último muy admirado en ciertos sectores del anarcosindicalismo español que tradujeron buena parte de sus obras. Dichas personalidades brillaron en los grandes acontecimientos revolucionaros que sacudieron Alemania entre 1918 y 1931, y también como antifascistas notorios.

Sin duda es más brillante de todo fue Gustav Landauer, poeta, sociólogo, filósofo y revolucionario judío alemán (Karlsruhe, 1870-Munich, 1919), al que Rocker calificó de «gigante espiritual», y que fue sin duda una de las personalidades más subyugantes del socialismo de su tiempo. Heredero de una larga tradición herética cristiana y judía, perteneció a las juventudes socialistas hasta que en 1892, tras haber estudiado en las universidades de Heidelberg y Berlín, reunió a un grupo de disidentes del marxismo llamado Die Jungen (conocidos como los «jóvenes socialistas»), que habían sido expulsados un año antes de la socialdemocracia. Entre sus componentes se encontraban también Rudolf Rocker y Johann Most, su principal animador.

Asumiendo el papel de editor de la revista semanal del grupo, El socialista, Landauer desarrolló una crítica libertaria al marxismo oficial partiendo de la consideración de que el «socialismo es posible en todos los tiempos, siempre y cuando los hombres quieran». Influenciado por Proudhom —al que calificó como «el más grande socialista de todos»—, en su corporativismo, por Kropotkin, en la idea de una federación de comunas autónomas organizadas horizontalmente; por Willian Morris, por el Garden City Movement de Geddes, y por el Arts And Crafts Movement, de John Ruskin, en la admiración del artesanado y de la vida comunal descentralizada de una Edad Media alegre y creativa, de «una totalidad de unidades independientes de una sociedad de sociedades»; por Bakunin —«lo he querido y admirado desde el mismo día que lo conocí»— del que inició la edición de sus escritos en lengua alemana en 1901 con Max Nettlau; por Novalís, Goethe, el Maestro Echkart (un místico medieval alemán cuyas obras editaba), Baruch Espinoza y Schopenhauer; por León Tolstoy, en su idea de que el problema social no se puede resolver por la violencia o por la captura del poder, puesto que la verdadera revolución social es la del rejuvenecimiento espiritual, la de un «renacimiento del espíritu humano»; por Etienne de la Boetie en la idea de desobedecer a las instituciones autoritarias…Con todos estos elementos heterogéneos, Landauer llegó a construir una filosofía social llena de vida y cuya coherencia interior se explicaba por el hecho de ser la personalidad más singular del anarquismo alemán.

Por el contrario, Landauer fue un duro adversario del marxismo que le había tentado en su primera juventud. Después de ser excluido por «extremista» de la socialdemocracia, fue uno de los delegados anarquistas en el Congreso de la Internacional Socialista en Londres, en 1896, y fue expulsado junto con Malatesta, Domela Niewenhieus, y otros, por no aceptar la vía parlamentaria. Su indignación contra el marxismo socialdemócrata fue tal que en 1911, en su famoso Llamamiento al socialismo lo definió como «la plaga de nuestra era y maldición del movimiento socialista».

En 1893, publicó una novela, El predicador de la muerte, pero sus inclinaciones literarias quedaron suspendidas en pos de su militancia. Siguió publicando El socialista (lo que le llegó a la cárcel en más de una ocasión) hasta el final de la década. Pero su nivel filosófico y su lenguaje poético, le hacían ser bastante inasequible a las masas trabajadores y su atractivo cundió sobre todo entre los sectores intelectuales. Esto provocó la discusión entre los trabajadores del grupo redactor que cuestionaban la eficacia propagandística de una revista que iba hacia las élites, tuvo que modificar su actitud.

En esta época Landauer había abandonado la precipitación revolucionaria por el gradualismo pacifista y por el corporativismo de signo proudhoniano, adoptando la noción de un banco popular capaz de conceder créditos baratos a los pequeños productores —con los que se sentía especialmente identificado—, así como facilitar el honesto intercambios entre sus productos. Ulteriormente añadirá a esta tendencia un creciente interés por las experiencias educativas —en particular después de conocer el movimiento de la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia—, en la idea de que el socialismo no podía ser el producto de........

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