Del Sur global al norte despiadado: la gran ola (1)

(Primera parte de dos)

Es noticia casi diaria en los medios: no cesan de llegar migrantes por todos lados reivindicando su derecho a existir a vida o muerte. Se nos dice con la frialdad objetiva de una noticia más, que en el mar han muerto intentando llegar a España y tan solo en el último año unas cinco mil personas ( que se sepa), y que la emigración ha aumentado un 66 por ciento y subiendo. La guardia de fronteras practica devoluciones en caliente aunque eso no sea legal, sí, pero ¿y qué?. Después de la inolvidable masacre de Melilla sin consecuencias políticas ni judiciales ya nos dimos cuenta de los principios cristianos, legales y democráticos de nuestros políticos. Cristianos y demócratas, por supuesto: de democracia plena, misas cuando toca y concertinas afiladas cuando no toca nunca.

Pero si piensan estos políticos y otros de su mismo parecer y principios engañosos que esto es un fenómeno controlable con vallas y guardias, están muy equivocados y más les valdría idear la manera de repoblar la España vaciada con miles de los que llegan en lugar de encarcelarlos en CIES o andar discutiendo, como si se tratase de alguna mercancía deteriorada, a cuántos niños y adolescentes -que se les “colaron” – puede acoger cada Autonomía, o qué hacer con los mayores y ancianos.

Qué vergüenza da todo esto a cualquier persona verdaderamente cristiana, espiritual, demócrata y buena gente en general. Pero el movimiento migratorio es imparable. Caravanas de gentes desesperadas se han puesto en marcha hace años de modo creciente en África y América latina. Caravanas de niños con sus familias o solos, mujeres embarazadas, jóvenes y adultos de todas las edades, urgidos todos ellos por la supervivencia vienen obstinadamente hacia........

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