Iñigo Errejón, un pobre hombre

Era poderoso, pero ya es un pobre hombre, condenado al ostracismo, la opinión publica ha dictado sentencia y la venganza ha sido saciada (y punto).

Sin embargo los carroñeros, no han saciado su hambre. Los vendedores de quincalla nos alientan a comprar, por el mismo precio, a todo un colectivo y puede usted elegir el tamaño de dicho colectivo (cúpula de partido, partido, coalición o el gobierno del país) para que el placer sea mayor. Al fin ¡como todos son iguales!.

Naturalmente en un caso tan claro, la presunción de inocencia y la proporcionalidad de la pena quedan en menudencias jurídicas sin importancia.

Me asaltan dudas.

Este........

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