La muy larga y detallada reflexión del intelectual indio Pankaj Mishra1 me despierta ciertas interrogantes, más allá de los muchos aciertos que festonan su abordaje.
La matriz no europea del planteo brota, afortunadamente, por todas partes, cuando ya resulta prístina la crisis de la pretensiòn Europa centro del mundo.
Pero es justamente a la luz de una reflexión que procura superar todo eurocentrismo, como lo han hecho con tanta enjundia otros autores indios como Winin Pereira, Vandana Shiva, Arundhati Roy, que me llama la atención la confianza que Mishra otorga a ciertas verdades reveladas del mundo occidental.
La oscilación entre formidables observaciones sobre el pensamiento dominante (europeo) y sus parti pris para referirse a otras manifestaciones de ese mismo eurocentrismo es lo que llama, penosamente, la atención.
Espigo algunas de sus jugosas observaciones: nos recuerda que en 1982, cuando Israel arrasa a El Líbano y a los núcleos de resistencia palestinos allí asentados –un operativo que mereció la repulsa de, por ejemplo Jacobo Timerman, preso de la dictadura argentina de 1976, finalmente expulsado de Argentina y recibido con honores por Israel, quien inicia entonces un segundo exilio, repudiando a sus “protectores”− y el presidente estadounidense Ronald Reagan acusa a Israel de ejercer un genocidio en El Líbano ordenando su (tardío, deliberadamente tardío) final, otro senador norteamericano más realista que el rey opinó que tendría que haberse atacado (todavía) más, aunque eso significara matar mujeres y niños. Entonces, Menagem Begin le aclara al entusiasta senador (de daños ajenos), que “según nuestros valores, está prohibido herir a mujeres y niños, incluso en la guerra”. Bueno recordarlo hoy en la Franja de Gaza (FdG), ante las matanzas masivas y deliberadas del “ejército más moral del mundo”, aunque el alegato de Begin sea apenas el taparrabos ideológico que el vicio concede a la virtud.
Nuestro autor acierta con el delicado y eludido asunto racial del color… de piel. Nos dice que buena parte del conflicto que se juega en Palestina/Israel es racial: “Las respuestas para muchas personas en todo el mundo no pueden dejar de estar contaminadas por una amargura racial latente desde hace mucho tiempo. Palestina, como señaló George Orwell en 1945, es una ‘cuestión de color’, y así lo vio inevitablemente Gandhi, quien suplicó a los líderes sionistas que no recurrieran al terrorismo contra los árabes … Lo que William E. Burghardt Du Bois llamó el problema central de la política internacional –la ‘línea de color’– motivó a Nelson Mandela cuando dijo que la liberación de Sudáfrica del apartheid es ‘incompleta sin la libertad de los palestinos’.”
Mishra no acepta incluso que se hayan lateralizado y dejado a un lado los “numerosos holocaustos tardíos [sic] victorianos en Asia y África”. Algo que percibimos apenas miremos un mapa con densidades humanas; hay continentes históricamente despoblados, como el africano: en Angola, por ejemplo, un enorme territorio de un millón y cuarto de km2, se estima que había unos 18 millones de habitantes en el s XV; pasadas las “visitas” de esclavistas, a mediados del s XIX se estimaba su población en 8 millones.2
En el penosísimo tema de genocidios, Mishra navega con algunos aciertos. Sin embargo, ya el título podría darnos una pista peculiar, al establecer el arco (¿de lo posible?) entre la Shoá y Gaza.
Mishra nos dice que “los recuerdos del sufrimiento judío a manos de los nazis son la base sobre la que se ha construido la mayoría de las descripciones de ideología y atrocidad extremas, y la mayoría de las demandas de reconocimiento y reparación.” Y remata: “a falta de algo más eficaz, la Shoah sigue siendo indispensable como estándar para medir la salud política y moral de las sociedades.”
¿Acaso, el colonialismo europeo,........