Sionismo: sangre y pillaje

«El sionismo es una ideología. Es una teoría de la separación que considera que judíos y no judíos no pueden vivir juntos. Es un colonialismo dirigido a expulsar al pueblo autóctono (los palestinos). Es un nacionalismo que inventó un pueblo, un idioma, la tierra. Es una manipulación gigantesca de la historia, de la memoria y de las identidades judías. Para los sionistas, los judíos han vivido 2000 años en el exilio y ahora regresan a su país. Es una historia completamente inventada.»

Pierre Stambul[1]

En verdad, como muestra el historiador israelí Slomo Sand[2], no hubo Diáspora, ni existe ningún pueblo étnico judío. La judería fue una constelación de comunidades religiosas de distintos orígenes étnicos, repartida principalmente en Europa. Incluso, lo más probable (como pensaban los primeros sionistas como Ben Gurion) es que los verdaderos descendientes de los antiguos pobladores de Judea sean los actuales palestinos. El mito del Retorno también ha sido manipulado. Hasta el sionismo, el retorno a Jerusalén era un evento religioso, asociado a la venida del Mesías, momento en que los vivos y los muertos se encontrarían en la ciudad. De ahí que las comunidades judías, a lo largo de los siglos, nunca “retornaran” a Palestina.

El debate sobre la “cuestión palestina” comprende normalmente cuatro grandes ingredientes:

Los orígenes ocultos de Israel

Antes de mencionar la sangrienta historia de los orígenes del Estado de Israel, conviene recordar que en su primer congreso mundial de 1897, los sionistas, además de Palestina, barajaron la posibilidad de Argentina como destino de colonización. Incluso hubo un amago de ello, financiado por el barón von Hirsch. Entre 1903 y 1905 también debatieron y finalmente rechazaron la oferta de Uganda-Kenia que les habían hecho formalmente los británicos, para adoptar oficialmente la opción de colonizar Palestina.

La historia de los orígenes de Israel es una historia sangrienta narrada así por Ilan Pappé[3]: «el 10 de marzo de 1948 (…) un grupo de once hombres, antiguos líderes sionistas acompañados de jóvenes militares judíos, dieron los toques finales al plan de limpieza étnica de Palestina. Esa misma tarde, se transmitieron órdenes a unidades sobre el terreno (…) acompañadas de una descripción detallada de los métodos a utilizar para expulsar forzosamente a la población: intimidación (…) asedio y bombardeo de pueblos y centros habitados; incendios domésticos (…); desalojos; demoliciones (…). A cada unidad se le asignó una lista de ciudades y distritos urbanos como objetivos del Plan D (…). Una vez tomada la decisión, fueron necesarios seis meses para completar la misión.”[4]

Cuando se logró este objetivo, más de la mitad de la población palestina original, casi 800.000 personas, había sido erradicada, 531 aldeas habían sido destruidas y 11 barrios urbanos habían sido vaciados de sus habitantes. La masacre de pueblos como Deir Yassin, al este de Jerusalén, fue recordada por el terror que causó: “los soldados acribillaron casas con ametralladoras y mataron a muchos residentes. Los que aún estaban vivos fueron reunidos en un lugar y asesinados a sangre fría, sus cuerpos torturados, mientras que muchas mujeres fueron violadas y luego asesinadas.”[5] El mismo método nazi de exterminio que fue aplicado más tarde en los campamentos de Sabra y Chatila, en Líbano, y actualmente en Gaza.

Israel es un “Estado” construido literalmente sobre el saqueo y el terror (que los palestinos conocen como la Nakba).

El proyecto del sionismo, buscó siempre el patrocinio de las grandes potencias, a quienes se ofreció: a los ocupantes otomanos que ocupaban Palestina, al Kaiser alemán, a la Gran Bretaña cuando Palestina pasó a ser Mandato británico tras la Iª Guerra Mundial y finalmente a la última gran superpotencia, EEUU. Sin olvidar la Alemania nazi, con la que, como vamos a ver después, colaboraron cuando aún no se sabía quién ganaría la IIª Guerra Mundial y durante el Holocausto.

El proyecto sionista se acabó concretando primero en la Declaración Balfour de 1917, en la que el gobierno británico, en acuerdo con los sionistas, se comprometía a establecer un “hogar nacional judío” en Palestina. Su materialización final vino con la partición aprobada por la ONU en noviembre de 1947, bajo impulso americano y británico, con el apoyo de todas potencias vencedoras de la II Guerra Mundial, incluida la Rusia de Stalin, que también suministró armas a los sionistas.

Biden en el discurso oficial en su reciente viaje a Israel fue transparente: “Hace tiempo que lo digo: Si Israel no existiera, tendríamos que inventarlo. Hace 75 años, solo 11 minutos después de su fundación, el presidente Harry S. Truman y........

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