Una nueva ley de FP en tiempos de neoliberalismo

El Ministerio de Educación y la Comisión Europea repiten una y otra vez que su objetivo fundamental es desarrollar un sistema integrado y plenamente desarrollado de Formación Profesional. El gobierno aprueba, hace poco más de un año, una nueva Ley Orgánica de Integración de la FP que anuncia un aumento decidido de la financiación del sistema público, conformado por la FP reglada, la continua (formación de los trabajadores en las empresas) y la ocupacional (formación de los desempleados bajo el paraguas del Servicio Público de Empleo).

El nuevo despliegue de la Formación Profesional tiene una razón de ser inconfesada pero profunda. Parte de la creciente crisis de reproducción de la clase media europea, en las últimas décadas puede achacarse a la obsolescencia y pérdida de valor de las credenciales académicas. La clase media, en España y en Europa, se construyó en gran parte gracias a la extensión del sistema universitario público. Los hijos de los obreros fueron a la universidad y, con sus nuevos y flamantes títulos académicos, consiguieron obtener empleos cualificados y “desclasarse”, gozar de una nueva forma de vida que les alejaba de la convivencia en las comunidades obreras y de la precariedad existencial ligada a la experiencia vital del proletariado.

Sin embargo, hace ya algún tiempo que el motor de desclasamiento constituido por las titulaciones universitarias está gripado, o funciona en el sentido contrario al esperado. Un título universitario ya no garantiza una vida de clase media. Los hijos e hijas de los titulados universitarios consiguen, también, sus títulos, pero no consiguen reproducir su forma de vida. La precariedad de los jóvenes titulados universitarios es una experiencia común en numerosos sectores económicos. Para la Comisión Europea toma la forma de la llamada “sobrecualificación de la fuerza de trabajo”. Si hacemos números, dicen los estudiosos del mercado laboral, nos sobran universitarios y nos faltan cuadros medios en las empresas.

Así que la clase media en crisis vuelve su mirada sobre la Formación Profesional. Los títulos de FP, en numerosos sectores productivos, aún garantizan una carrera profesional ajena a la precariedad, aunque no aseguren la reproducción completa de la forma de vida de clase media de la generación anterior. La FP se convierte en el horizonte de atención de la Comisión Europea y de los planificadores del mercado de trabajo y del mundo educativo. Multiplicando los centros y las titulaciones de Formación Profesional se puede hacer casar las necesidades de mano de obra especializada del sistema productivo con las expectativas académicas de la población.

Sin embargo, hay que tener presente que esta dinámica se implementa en una fase de hegemonía neoliberal sobre las políticas educativas y del mercado laboral. La existencia, en España, de un gobierno “progresista”, no implica el desarrollo de una vía alternativa para la FP, sino el despliegue del paradigma generalizado en Europa (profundamente neoliberal, ya lo hemos dicho) con algunas especificidades concretas.

Así, la........

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