Más de 40.000 civiles palestinas y palestinos han sido asesinados en Gaza, entre los que había cerca de 20.000 niñas y niños. Las personas desaparecidas bajo los escombros o mutiladas son incontables. Su número se desconoce y, quizás, no se sabrá nunca. Las enfermedades provocadas por el hacinamiento y la falta de recursos sanitarios básicos, los abortos, los traumas psicológicos de la población infantil y la brutal expansión del número de huérfanas y huérfanos, están provocando una quiebra social sin precedentes entre la población palestina.
Las universidades y escuelas gazatíes han sido borradas del mapa por los bombardeos indiscriminados, dejando a la población sin posibilidad de recrear su propia cultura. Los asesinatos de las fuerzas de ocupación se han centrado en el profesorado y el personal sanitario, para provocar el colapso del conjunto de la sociedad. Se han asaltado los hospitales y se ha dejado a las personas enfermas morir sin asistencia médica. El hambre y las enfermedades han sido utilizados como arma de guerra, así como el desplazamiento forzado de la población y el uso de matanzas indiscriminadas para provocar el más absoluto terror.
La estrategia israelí, sin embargo, ha llegado a un callejón sin salida. La idea de provocar “conmoción y pavor” con una demostración de violencia extrema y desproporcionada, para implementar una limpieza étnica que permitiera retomar el control de Gaza........