La crisis en los cuarenta
«Hay un dicho que es tan común como falso. El pasado, pasado está, creemos. Pero el pasado no pasa nunca, si hay algo que no pasa es el pasado, el pasado está siempre, somos memoria de nosotros mismos y de los demás, somos la memoria que tenemos»
José Saramago
En las novelas de Laurent Mauvignier (Tours, 1967) siempre irrumpe la tensión, la propia de los sin voz, de los infravalorados, los del margen, gentes marcadas por el pasado y por el presente… si en Hombres, retrataba el silencio de dos hombres que habían sido destinados a Argelia para su servicio militar, en donde habían combatido; de ella di cuenta en el diario Gara, dejando expuesta mi elogiosa opinión: «Polifonía entrecortada por retales de verbos distintos que completan el panorama de vergüenza, de brutalidad, de infamia…Acertada y conmovedora novela que obtuvo un amplio éxito en la rentrée de hace un año de Pirineos arriba, editada por una editorial de culto, y que por acá, en su lograda traducción, debería lograrlo también. Una novela admirable y absorbente, soberbia en su seria sobriedad» , en Lo que yo llamo olvido, asistimos a una paliza a un pobre hombre por haber robado un par de birras en un supermercado; de ella dije en el mismo medio: «La intensidad de la historia, el modo de dosificarla utilizando a la vez una prosa que avanza en tromba y en la que se cruzan distintas asociaciones de ideas, hace que la nouvelle resulte realmente conmovedora. Media hora de inquietante lectura que se inicia con «y lo que ha dicho el fiscal es que un hombre no debe morir por tan poca cosa» y se cierra con un « …ahora no, ahora no, así no, ahora no», entre medio media hora de agonía, y«el matonismo como profesión por los bordes del escalofrío». Si en las dos anteriores, como queda claro, siempre se mascaba o se rumiaba la tragedia, la que ahora acaba de vez la luz. «Historias de la noche», editada........
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