La comedia humana a bordo
Por Iñaki Urdanibia
«La novela oscuramente pesimista y audazmente inventiva, la última de Melville»
Philip Roth
«Melville como los grandes espíritus del siglo pasado, rasga el velo opaco del positivismo y de la buena conciencia burguesa para abrir paso, nuevamente, a los problemas radicales del hombre. Es, como Marx, Dostoievski y Nietzsche, nuestro contemporáneo»
Carlos Fuentes
No son pocos los barcos que en el campo del arte han sido representados como escenario de diferentes hechos, llegando a cobrar sonado protagonismo: ahí están el Bateau ivre rimbaudiano, la nave de los locos,pintada por El Bosco y recreada posteriormente, cada cual a su modo, por Pío Baroja, Cristina Peri Rossi o Katherine Anne Porter, el buque fantasma, sin obviar las empresas y tribulaciones del gaviero Maqroll del colombiano Álvaro Mutis, o el vapor Sestri Levante en el que navegaba temeroso Graham en Viaje al miedode Eric Ambler, o El barco de la muerte presentado por B. Traven, podría seguirse con la navegaciones de Josef Conrad o de Le Clezio…Capítulo aparte merecen una serie de embarcaciones, balleneras y otras, en las que se enroló Herman Melville (1819-1891), o aquellas en las que situó sus ficciones y aventuras el escritor norteamericano, como el célebre Pequod en el que el iluminado capitán Ahab perseguía a la ballena blanca,Moby Dick, El derechos humanos en el que iba embarcado el marino Billy Budd, o los barcos en los que se despliegan las aventuras de Benito Cereno. En este caso, estamos lejos de cualquier tonalidad aventurera, en el Fidèle, barco que recorre el Misisipi, a no ser que hablemos de la aventura de los humanos en sus diferentes facetas y empeños por buscarse la vida, las más de las veces aprovechándose de la confianza de sus semejantes, o al menos reclamándola, ya sea para vender algo, reclamar donativos para diferentes causas caritativas, o proponer soluciones milagrosas a todos los problemas de salud. Comercio, confianza, caridad, empiezan por ce al igual que comedia, y tales dominan en la mascarada que despliega Herman Melville en su «El estafador», editada por Montesinos en una nueva traducción de Alberto Moyano Muñoz, que afecta hasta al título de la obra que anteriormente........
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