Jorge Semprún, la escritura de la vida
El mejor escritor español, escribía en francés, decía Bernard Pivot en su mítico programa televisivo, Apostrophe, nació en diciembre de 1923. Con tal motivo se inauguró una exposición-homenaje, que todavía se puede ver hasta el próximo día 3 de noviembre, con el título de Jorge Semprún El llarg viatge; la muestra se expone en el Arxiu de la Corona d´Aragó de Barcelona.[Seguramente para cuando vea la luz este artículo, la exposición ya habrá finalizado].
No cabe duda de que la vida del madrileño, de nacimiento, se deslizó por algunas de las olas históricas más significativas del siglo pasado, del mismo modo que lo hizo su escritura. Su familia, republicanos ellos, se exiliaron, y allá en su juventud se implicó en la Resistencia, en el grupo Jean-Marie Action, perteneciendo ya al PCE. Detenido, tras ser torturado -de lo que trató en un libro póstumo, Ejercicio de supervivencia-, fue trasladado al campo de Buchenwald. De su camino hacia el lager trata el que fue su estreno como escritor, El largo viaje. Tardó casi veinte años para referirse a su experiencia, tal y como él señalase en su La escritura o la vida [y lo hizo recurriendo al género narrativo, tras intelectualizar la experiencia padecida; no hizo como otros que recurriendo al género testimonial /ensayístico, escribieron sobre lo padecido nada más salir de los campos: Primo Levi, Roberta Antelme o David Rousset]; es decir no era posible, ni conveniente -en su opinión- quedarse anclado en aquella infame experiencia, por lo que tomó distancia, mientras militaba en el PCE, viajando clandestinamente a la España franquista para reorganizar el partido; allá en la clandestinidad escribió la novela nombrada. Más tarde vendría su separación del partido, su éxito como novelista y guionista de al menos una decena de célebres películas, generalmente de denuncia (La guerre est finie, Z, La confesión,..), para más tarde, aceptar el puesto de ministro de cultura de Felipe González. Falleció en 2011.
No es nada extraño que cuando se homenajea a alguien, los tonos laudatorios sean los dominantes; obviamente en la presente ocasión no es de otro modo. Si esto es así, como afirmo, en todos los casos habidos y por haber en que se rinde recuerdo elogioso a alguna figura, en el caso de Semprún, la cosa casa a las mil maravillas, hasta el punto de que podría dar la impresión de que la visión que de él se ofrece, estuviese escrita y organizada por él mismo. Digo lo anterior, lo que en más de una ocasión he expresado con respecto a la escritura sempruniana que me ha llevado a emplear el término de escritor panaché. En sus obras, que he solido leer, por lo general, con gusto, siempre se da la postura propia de la espuma: él siempre está arriba, como la luz, mientras que las sombras son ocupadas por otros (no hablo de los SS y otros comisarios, por supuesto), y si en la realidad no es así, se usa el calzador y la vaselina et point c´est tout. Así en las filas de la Resistencia su comportamiento fue ejemplar, en la militancia comunista también, el el campo de concentración lo mismo, y…de ministro, nada digamos: recuerdo como recordaba alguna discusión previa a entrar en el consejo de ministros con Alfonso Guerra, dejando claro que la razón finalmente la tenía él; no podía ser de otro modo. Sí quisiera añadir que lo que digo no es una singularidad que sólo afecte a Semprún, sino, por lo........
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