«Para nosotros, que escupimos la popularidad…»1.
«No soy una persona amargada, como decía Heine, y Engels es como yo. No nos gusta nada la popularidad. Una prueba de ello, por dar un ejemplo, es que durante la época de la Internacional, a causa de mi aversión por todo lo que significaba culto al individuo, nunca admití las numerosas muestras de gratitud procedentes de mi viejo país, a pesar de que se me instó para que las recibiera públicamente. Siempre contesté, lo mismo ayer que hoy, con una negativa categórica. Cuando nos incorporamos a la Liga de los Comunistas, entonces clandestina, lo hicimos con la condición de que todo lo que significara sustentar sentimientos irracionales respecto a la autoridad sería eliminado de los estatutos»2
Mientras se celebraba en Caracas la inauguración de la Internacional Antifascista así como otras reflexiones muy interesantes sobre el papel de la intelectualidad crítica en el peligroso contexto mundial, simultáneamente a esos importantes eventos, la policía venezolana daba un paso más en el desmantelamiento del terrorismo que viene azotando a su pueblo desde hace años. Las investigaciones y las pruebas obtenidas confirman la participación del reino de España y de EEUU3 en las agresiones armadas destinadas a impulsar un golpe de Estado cuyo fin no es otro que el de aplastar la revolución bolivariana y entregar el país atado de pies y manos al saqueo y expolio imperialista.
A la vez, en un plazo de pocos días, el imperialismo en su expresión más basta y bruta exige al Gobierno venezolano que publique las actas oficiales de los resultados electorales, exigencia antidemocrática apoyada de un modo u otro con verborrea ambigua por diversos reformismos que encima cuestionan la veracidad de las investigaciones venezolanas contra los miembros de la banda armada internacional desactivada. La chula prepotencia colonialista del reino de España nos recuerda a aquél grito autoritario de su rey ahora emérito pero entonces en funciones, de «¿Por qué no te callas?» con el pretendía negar el derecho de expresión al presidente de Venezuela, comandante Chávez, lanzado en una reunión internacional celebrada en 2007. Por último, el Gobierno de EEUU y el Parlamento Europeo reconocen a Edmundo González Urrutia como «presidente» (¿?) del país, abriendo la brecha por la que otros Estados súbditos del imperialismo terminarán reconociendo al antiguo miembro de la guerra sucia contra el pueblo salvadoreño organizada desde la embajada venezolana convertida en cuartel secreto de la CIA.
La función que el imperialismo da a este «presidente» (¿?) es la de encabezar un gobierno impuesto por EEUU que asegure la inyección en vena de sangre venezolana en el decadente vampiro yanqui que apenas logra sobrevivir devorando los recursos del planeta y de sus pueblos. Diversas filtraciones de prensa sugieren que EEUU baraja fechas cercanas a 2030 para lanzar un asalto devastador contra China Popular, asalto precedido por la derrota y rendición de Rusia, paralelo al desmontaje o estallido interno del pujante BRICS y de la multipolaridad, al restablecimiento de la dictadura del dólar, etc. Los gigantescos recursos de Venezuela son imprescindibles para sostener esta guerra mundial sobre la que volveremos. Debemos partir de esta cabalgata a la muerte para comprender qué función cumple ahora el fascismo, qué formas adquiere y cómo vencerlo. Del desenlace de la fase actual de esta guerra mundial ya desencadenada como veremos, depende el destino de la humanidad. La advertencia de Simón Bolívar se ha hecho real.
La Internacional Antifascista se crea por tanto en un momento impostergable porque debe hacer frente a cinco grandes problemas fundamentales, además de otros menores, y debe hacerlo a escala internacional pero siendo consciente de que a la vez es prioritario impulsar el avance revolucionario de Venezuela, Nicaragua, Cuba, China Popular, Vietnam, Corea del Norte… y de todos aquellos pueblos que ya han empezado su camino al socialismo adecuado a las peculiaridades sociohistóricas de su lucha de clases. También es prioritario impedir la victoria imperialista sobre Rusia, Irán, Siria, Sahel, y tantos pueblos que se resisten al imperialismo planteando otras relaciones internacionales que lo debilitan y aceleran su desplome. Y no hace falta decir que, junto a lo anterior, la Internacional Antifascista ha de luchar contra todo movimiento fascista en cualquier parte del mundo. De producirse estas derrotas el fascismo gozará de la impunidad absoluta para sus atrocidades espeluznantes e inhumanas.
Entramos así a la quíntuple tarea que debemos realizar coordinadamente: Una, ayudar al empoderamiento del pueblo trabajador como fuerza consciente que se organiza entre otras tareas también para derrotar al fascismo allí donde asome el hocico. No se trata solo de las lecciones que aprendemos de Venezuela, en donde las comunas han jugado un papel clave en la vigilancia, contención y derrota del fascismo, siempre en integración más o menos flexible con el resto de poderes bolivarianos. De hecho, esta lección se basa en la eficacia de otras luchas antifascistas de pueblos que desde la década de 1920 han conseguido victorias o han evitado que aumentase la peste parda. Las derrotas sufridas también aportan lecciones sobre lo que no se debe hacer.
La Internacional Antifascista debe apoyar o crear cualquier reflexión colectiva sobre cómo impulsar el empoderamiento de las clases trabajadoras absolutamente en todas las facetas de la lucha de clases, de liberación nacional y de defensa de los derechos sociales conquistados o por conquistar, en especial en estos segundos y muy especialmente los que mejoran cualitativamente el derecho/necesidad de las mujeres trabajadoras y de los y las migrantes. En efecto, la historia muestra que el fascismo tiende a aparecer allí en donde la izquierda ha abandonado ciertas reivindicaciones y luchas, o no puede intervenir en ellas por debilidad o miedo, sobre todo en momentos de crisis profundas como el actual en los que sectores sociales terminan prestando oído a los cantos de sirena reaccionarios, entre los que se encuentran más o menos disfrazados los fascistas a la espera de que se den las condiciones para salir a la luz.
Dos, una de las formas de empoderarse de las clases trabajadoras en la lucha antifascista es su avance en la coordinación internacional del antifascismo y ello por una razón simple: la fuerza del fascismo en general depende también de la sensación de victoria inapelable que da porque se va extendiendo por países en base a un plan internacional divulgado profusamente, en medio del desconcierto y debilidad de las izquierdas. Muchas personas asustadas ven que sólo se derrotó al nazifascismo tras una atroz guerra mundial con aproximadamente 60 millones de muertos, infinidad de heridos y destrucciones cuasi infinitas. También........