De los polvos de aquella Transición, esta democracia embarrada
Si dejamos de barrer el polvo se convierte en barro, que lo dice la RAE sobre la frase en la que está usted pensando.
Y si, en lugar de suciedad en el suelo, el “polvo” del que hablamos son leyes decisivas pero calculadas más en beneficio propio que en el de la sociedad, es inevitable que las décadas siguientes se conviertan en una sucesión de maldades y corrupciones.
Por eso, no debería extrañarnos lo que está ocurriendo.
Entre paréntesis, hace dos días el mordaz Manuel Vicent echaba de menos que en el Congreso no haya nadie que se encargue de tirar de la cadena para que las alcantarillas reciban todo el “detritus cargado de odio ibérico que les sale del alma a algunos padres de la patria” durante los debates.
Volviendo a los polvos antiguos y no barridos, en 1977 concurrieron a las elecciones, entre otros, UCD, PSOE, PCE y AP, con Suárez, González, Carrillo y Fraga liderando cada partido. En el mismo orden, cada escaño del Congreso les costó 38.245, 45.524, 85.495 y 94.048 votos de españoles “iguales”, pero no gaste usted aún toda la risa que tenga almacenada para hoy. Por tanto, respecto de la UCD, que fue al que le salió más barato, los tres restantes “pagaron” incrementos del 19%, del 123% y del 146% en número de votos.
La Constitución se aprobó en diciembre de 1978 y Suárez convocó nuevas elecciones para el 1 de marzo de 1979, volviendo a concurrir la UCD, el PSOE, el PCE y AP. Por el mismo orden, en esta ocasión cada escaño les costó 37.313, 45.205, 84.282 y 117.814 votos, lo que, y también respecto de la UCD, supuso a los otros tres encarecimientos del 21%, del 126% y del 216%.
Es decir, el mismo RDL 20/1977 vigente pero mayor desigualdad a la hora de convertir votos depositados en las mismas urnas en escaños del mismo Congreso.
Mientras espero los argumentos de quienes........
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