Ha fallecido la “periodista de la Transición” dos días después de que el presidente del Gobierno, tras reflexionar, nos haya dicho que se queda para regenerar la misma democracia que tantas veces calificó de “plena”.
Ahora suponga usted que es un profesional excelente, conductor de autobús, por ejemplo, admirado por pasajeros, compañeros, jefes y hasta peatones, pues jamás cometió un error, ni siquiera ante un paso de cebra de esos que aparecen por sorpresa.
Pero un día tiene un accidente con víctimas mortales y se provoca un debate sobre si fue un error humano de usted o del mecánico de la última revisión.
Supongamos que pasan los años y usted fallece porque le llegó la hora y que son mucho más altas y bellas las palabras de sus seguidores, los que culpaban al taller, que las de sus detractores. Pasa más tiempo y cuando se cierran las investigaciones sobre el accidente queda demostrado que la culpa fue suya, pero el nombre de usted ya titulaba un parque, en recuerdo de su larga trayectoria cívica y profesional.
Puede que a Victoria Prego le dediquen una calle, tal como con el nombre de Adolfo Suárez renombraron el aeropuerto de Madrid Barajas.
No estaría escribiendo esto........