Sonrisas y estulticia

Cuando alguien asegura que es abiertamente feliz, alguien como yo , tan negativo, tan frustrado y tan nihilista, no puedo por menos que fruncir (aún más) el ceño. La primera reflexión es que, a poco que uno tenga un mínimo de conciencia, y de consciencia, no me cabe en la cabeza cómo puede uno abrazar sin más la felicidad de un modo tan simple e irreflexivo. Se me dirá que si la gente quiere repetir ante el espejo, con una sonrisa de oreja a oreja, que su vida se muestra pletórica de alegría y felicidad, allá cada uno. Claro, pero es que alguien tan amargado como yo, no solo no puede aceptar sin más semejante simpleza narcótica, además creo que el problema es un poquito más profundo. La exigencia de felicidad, junto a ese engendro pseudopsicológico denominado «filosofía positiva», no solo es uno de los más terribles síntomas de la progresiva idiotización social que sufrimos, también es fácilmente reconocible como algo generado por el sistema en que vivimos y que sufrimos. No hace falta que pongamos nombre a dicho sistema, productivista y consumista hasta la nausea, pero que da........

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