Geopolítica: una perspectiva marxista |
En los últimos párrafos del manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores, fundada el 28 de septiembre de 1864 en Londres, Marx llamaba a la clase obrera a “iniciarse en los misterios de la política internacional” y a levantar una política exterior propia:
“Si la emancipación de la clase obrera exige su fraternal unión y colaboración, ¿cómo van a poder cumplir esta gran misión con una política exterior que persigue designios criminales, que pone en juego prejuicios nacionales y dilapida en guerras de piratería la sangre y las riquezas del pueblo?” Frente a esta política exterior de las clases dominantes, los trabajadores tienen el deber de “iniciarse en los misterios de la política internacional, de vigilar la actividad diplomática de sus gobiernos respectivos, de combatirla, en caso necesario, por todos los medios de que dispongan; y cuando no se pueda impedir, unirse para lanzar una protesta común y reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia, que deben presidir las relaciones entre los individuos, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones.
La lucha por una política exterior de este género forma parte de la lucha general por la emancipación de la clase obrera.
¡Proletarios de todos los países, uníos!”
Es notable que un manifiesto tan fundamental cerrara con esta convocatoria, lo que demuestra la enorme relevancia que Marx le asignaba a una política internacional propia de los trabajadores, vinculada enfáticamente a la “lucha general por la emancipación de la clase obrera”.
La conclusión es que los sujetos de la política internacional son las clases sociales. El llamado que hace Marx es a que la clase obrera se inicie “en los misterios de la política internacional”, es decir la estudie y la analice para actuar en este ámbito como lo hace en la esfera de la política nacional con el fin de enfrentar la política exterior de las clases dominantes e imponer la propia. Incluso cuando Marx desmenuza la política exterior de las clases dominantes, distingue entre distintas clases –aristocracia y burguesía, por ejemplo– y entre diferentes facciones –burguesía comercial y burguesía industrial, etc.
Para la geopolítica tradicional burguesa los sujetos son los Estados o sus representantes: presidentes, ministros, parlamento, partidos políticos y otros. Es una geopolítica Estado-céntrica.
Desde la perspectiva marxista, las relaciones internacionales se fundan sobre un concepto de historia que da cuenta de la dialéctica entre relaciones de producción, conflicto de clases, y Estado, con la revolución como objetivo permanente. Marx y Engels hicieron análisis geopolíticos siempre desde el punto de vista del “partido de la revolución”, como venían llamándolo desde 1848. De otra forma, se puede decir que la lucha de clases es el puente que vincula el modo de producción y las relaciones interestatales, que de otra manera aparecen como dos realidades disociadas, no como una totalidad. Todo esto se comprende mejor, por supuesto, estudiando situaciones concretas. En el mismo párrafo antes citado, por ejemplo, Marx señala: “No ha sido la prudencia de las clases dominantes, sino la heroica resistencia de la clase obrera de Inglaterra a la criminal locura de aquellas, la que ha evitado a la Europa Occidental el verse precipitada a una infame cruzada para perpetuar y propagar la esclavitud allende el océano Atlántico”. Es decir, la resistencia que opuso la clase obrera impidió que las clases dominantes en Inglaterra intervinieran en apoyo del Sur en la guerra civil estadounidense, lo que ejemplifica la dialéctica entre relaciones de producción, lucha de clases, relaciones interestatales y guerra.
La confianza que tenía Marx para exhortar de esa manera a aquella asamblea obrera, en Londres, el 28 de septiembre de 1864, se basaba en que él y Engels habían desentrañado, en lo fundamental, “los misterios de la política internacional”. En efecto, habían afilado sus armas analizando el transcurrir diario de la Guerra de Crimea entre 1853 y 1856. En ese lapso Marx ejerció como corresponsal del diario The New York Herald Tribune, enviando más de cien artículos al periódico. Muchos de esos artículos Marx pidió a Engels que los escribiera o se basó para redactarlos en cartas que éste le enviaba. Engels se hizo cargo del seguimiento pormenorizado de los aspectos puramente militares con escritos que analizaban y sostenían críticas sustanciales a las decisiones que tomaban los mandos respectivos. Pero no escribió tan solo sobre eso.
En la “Introducción” a los Grundrisse, Marx planteó un programa de trabajo que comenzaba con el análisis de la economía política y continuaba con el estudio del Estado, las colonias, el intercambio internacional y el mercado mundial. Como se sabe, no logró avanzar más allá de la publicación del primer volumen de El Capital, no alcanzó a completar un análisis del Estado que hubiese abarcado las relaciones internacionales. Eso no implica que no hubiese estudiado en profundidad los asuntos más allá de la economía política, sino que sus planteamientos se encuentran diseminados en el conjunto de su obra. Los artículos con el seguimiento cotidiano y detallado de la Guerra de Crimea constituyen una fuente fundamental para comprender el tipo de análisis que hicieron Marx y Engels de la dialéctica entre guerra, Estado, relaciones internacionales, lucha de clases y geopolítica.
En lo que sigue hacemos una presentación analítica de esos artículos publicados por el New York Herald Tribune sobre la base del libro Eastern Question. A Reprint of Letters written 1853-1856 dealing with the events of the Crimean War –La Cuestión de Oriente. Una reimpresión de las cartas escritas en 1853-1856 que tratan los sucesos de la Guerra de Crimea– editado y publicado por la hija de Marx, Eleanor Marx, en 1897. Los textos entre comillas son extractos de los artículos, no recurrimos a otras fuentes primarias. En el relato, no incluimos los detalles del transcurso de los hechos militares ni los pormenores de las discusiones en el parlamento inglés, ambos aspectos cubiertos minuciosamente por Marx y Engels.
LA CUESTION DE ORIENTE
La “Cuestión de Oriente” hacía referencia a la situación por la que atravesaba el Imperio turco otomano, en franca decadencia. El Imperio otomano abarcaba regiones en el norte de África, en Medio Oriente y en la península de los Balcanes en Europa. Desde el siglo anterior venía perdiendo territorios. Después de dos insurrecciones, en 1817 se estableció el Principado de Serbia, aún bajo dominio otomano, pero al que se le garantizó una considerable autonomía. Tras librar una cruenta guerra, Grecia logró su independencia en 1830. Egipto, aunque era parte del Imperio, tenía un gobierno autónomo pro occidental. Argelia fue conquistada por Francia en 1830. Rusia libró cinco guerras contra Turquía en los cien años previos a la Guerra de Crimea, triunfando en todas, lo que le permitió ir anexando paulatinamente territorio otomano. Además, exigió a los turcos dar autonomía a algunas regiones, entre ellas los principados del Danubio, Valaquia y Moldavia.
A decir de Marx: “Es evidente que la Cuestión de Oriente está una vez más a la orden del día en Europa, un hecho que no asombrará a los conocedores de la historia (…) Cada vez que el huracán revolucionario amaina por un rato, es seguro que aparece [esa] cuestión recurrente”. Aludía a la derrota –que juzgaba momentánea– de las revoluciones de 1848, la Primavera de los Pueblos. En el aplastamiento de esas revoluciones los ejércitos del Imperio ruso habían jugado un papel esencial, en particular con su ingreso a Austria, pero sobre todo como un peligro siempre presente, ávido de poner fin a cualquier movimiento revolucionario, razón por la cual Marx y Engels le tenían una particular saña. Marx señalaba:
“Rusia es decididamente una nación conquistadora, y lo fue durante un siglo, hasta que el gran movimiento de 1789 convocó a potente actividad un antagonista de naturaleza formidable, la Revolución europea, la fuerza explosiva de ideas democráticas y de sed de libertad, natural al ser humano. Desde aquella época ha habido en realidad solo dos poderes en el continente europeo: Rusia y el absolutismo, la Revolución y la democracia. Por el momento la Revolución parece haber sido aplastada, pero vive y es temida más que nunca. Fíjense en el terror de la reacción ante las noticias del reciente levantamiento en Milán. Pero permítanle a Rusia apoderarse de Turquía y su poder crecerá casi por la mitad, y se situará sobre el resto de Europa en su conjunto. Un suceso como ese sería una calamidad indescriptible para la causa revolucionaria”.
Sin embargo, era seguro que la revolución democrática proseguiría hasta triunfar: “Europa occidental es débil y asustadiza porque los gobiernos sienten que han envejecido y que sus pueblos ya no creen en ellos. Las naciones han sobrepasado a sus gobernantes y ya no confían en ellos. No es que sean imbéciles, pero hay vino joven en botellas antiguas. Con un Estado social más igualitario y respetable, con la abolición de las castas y los privilegios, con constituciones políticas que garanticen la libertad, con industria desamarrada y pensamiento liberado, los pueblos de Occidente alcanzarán nuevamente el poder y la unidad de propósito, al tiempo que el mismo coloso ruso se verá desmoronado gracias al progreso de las masas y la fuerza explosiva de las ideas”.
En el Congreso de Viena, en 1815, las cinco potencias europeas –Inglaterra, Francia, Prusia, Austria y Rusia– habían acordado respetar un equilibrio de poder entre ellas y actuar en sincronía cuando surgiera la necesidad de aplastar algún brote de revolución en el continente. La Cuestión de Oriente ponía en riesgo ese equilibrio, en especial la situación que se daba en los Balcanes, el territorio otomano en Europa. Austria al norte, Rusia por el este, al sur este los Dardanelos, un estrecho fundamental para el comercio con Oriente que Francia e Inglaterra ansiaban controlar y “doce millones de seres humanos –eslavos, griegos, valacos, albaneses– sometidos por un millón de turcos”; esa era la situación groso modo de la península balcánica. Marx: “Turquía sigue decayendo y seguirá decayendo mientras se mantenga el sistema actual de ‘equilibrio de poder’ y de mantenimiento del status quo; y no obstante los congresos, protocolos y ultimatums, procurará su cuota anual de dificultades diplomáticas y disputas internacionales”. Esa era la Cuestión de Oriente.
De todo lo anterior, se hace evidente que en su análisis Marx y Engels tenían la revolución como perspectiva, así como también se visualizan las reivindicaciones fundamentales de la “revolución democrática”. Durante la revolución de 1848 en Alemania, Marx y Engels habían formado parte, en........