Vuelve julio con la invariable costumbre de asistirnos la memoria, y cada 26 es emoción, historia que reta.
Cuba se renueva cada año desde el grito en la madrugada: «Abran paso…» y la osadía de un grupo de jóvenes que con el fragor del carnaval santiaguero y el secreto como cómplice decidió asaltar la segunda fortaleza militar del país y enfrentar un regimiento superior en hombres y armas, en nombre del futuro.
Eran 156 hombres y dos mujeres, en su mayoría trabajadores menores de 30 años. Eran el retrato joven de la Cuba que intentaban cambiar y no pensaban en morir; actuaban en nombre de los sueños y esperanzas de una generación de aspiraciones no cristalizadas, deseos no concretados, que se empinó por un mejor mañana para la madre que vendía frituras para darle de comer a siete hijos; por los niños enfermos y malnutridos, por el campesino desalojado, por los anhelos de todo un país.
Cada 26 de Julio es respuesta y nuevo cuestionamiento. ¿Qué mueve a un médico reconocido como el doctor Mario Muñoz, con una vida establecida y económicamente próspera, con familia e hijas en Matanzas, a dejar todo para venir a asaltar un cuartel en Santiago el mismo día de su........