Las miles de personas que protestaron la noche del domingo en distintas ciudades de Francia para rechazar el buen puntaje de la ultraderecha en las elecciones legislativas de ese día, no se constató en las urnas. Pero el anunciado viraje hacia la ultraderecha todavía pudiera revertirse.
Ello otorga a la segunda ronda programada dentro de seis días un carácter dramático, que pone en tensión tanto al derrotado partido Renacimiento de Emmanuel Macron y los que le acompañaron en una coyuntural coalición, como a la izquierda y los partidos progresistas, quienes, con buen sentido estratégico, se unieron con vista a estos comicios en el Nuevo Frente Popular (NFP).
Su segundo lugar en los sufragios coloca a esa alianza como la de más probabilidades para evitar que la Agrupación Nacional liderada por Marine Le Pen, ganadora la antevíspera con 33 por ciento, vuelva a imponerse aunque, de hecho, habrá cambios ineludibles en el Gobierno galo.
El presidente Macron ha asegurado que no renunciará, pero pudiera estar obligado a negociaciones que incluirían un cambio de primer ministro, mediante el cual compartiría el poder; pasando por la ineludible confrontación que le significaría la presencia en el Parlamento de una mayoría ultraderechista ya........