El tiempo parece que no ha pasado detrás de los barrotes del viejo ventanal. La voz, intacta. Los acordes, precisos. Los recuerdos, nítidos. Canciones que llegan como marejadas y estrujan hasta las más hieráticas personalidades…
Así transcurren los días de Isabel Béquer Menéndez, más que una Hija Ilustre, un símbolo, un monumento construido con su consagración a la música toda; la perseverancia que desconoció puntos muertos, compromiso eterno con su querida Trinidad, urbe con 510 años de existencia.
Siente por ella, como siempre aclara, un amor desmesurado que brota limpio desde el fondo del azul de sus ojos. Justo desde esas raíces que le desnudan el alma y desbordan una pasión lujuriosa por la añeja villa deja escapar canciones:
Linda Trinidad de tanta historia/ de palacios y jardines adornados/ yo te llevo siempre en mi memoria/ y yo te brindo........