La infancia es un destello de tiempo impregnado de inocencia y amor, en el que por ningún motivo deben faltar el refugio, las sonrisas y un hogar feliz. Los infantes son diamantes en bruto que perpetúan los legados culturales y sociales de cada nación. Proteger la integridad de nuestros menores no es solo el más sacro deber, es una cuestión profundamente humana.
En este pequeño archipiélago en el mar Caribe, nuestros menores son felices. Pero cuando el mundo se mueve, todos nos movemos con él, y del otro lado están —por ejemplo— los niños palestinos, los niños que viven en la Franja de Gaza, aquellos cuya felicidad fue arrancada en un instante por el estruendo incesante de las bombas israelíes.
Han visto a sus padres morir, a sus abuelos y hermanos desaparecer repentinamente, las calles........