La reciente visita de un amigo me demostró nuevamente cuánto asombro puede causarnos encontrar a nuestro paso el buen actuar, el embellecimiento del entorno colectivo y, sobre todo, el interés de alguien por el bien común.
«Cuando vi el color de ese edificio, recordé mis paseos por Europa, y los jardines y las flores… ¡Qué limpio y bonito luce todo!», me dijo. Otra vez la comparación con las realidades de otras latitudes irrumpe cuando no concebimos algo así en nuestro paisaje cotidiano. Le expliqué, como a otros, que el deseo del propietario de un establecimiento privado por mantener sus alrededores de esa manera lo impulsó a buscar el consenso con las instancias municipales y, de manera indirecta, lograr el apoyo de todos los vecinos. Sin duda, cuando vemos que ni un papel ensucia la calle o la acera, lo........