El helado estaba derretido. El pozuelo ovalado y plástico en el que lo sirven tenía más líquido en su interior que contenido consistente. La señora, con decencia, le exigió al dependiente una mejor ensalada. Guayaba y chocolate eran los sabores. El muchacho le explicó que el helado estaba así, derretido, y no había otra opción. Aun así, ella le pidió que le sirvieran mejor, porque de por sí ya la norma de la bola no se cumplía.
Testigo fui de que el muchacho recogió los pozuelos de la señora y de su acompañante y regresó al mostrador para que volvieran a bolearle. Volvió a la mesa, pozuelos en mano con el mismo helado derretido, y un hombre a su lado que se identificó como el administrador del área.
Aquel le aseguró a la mujer que la norma estaba en regla, que se boleaba con el número diez como se establecía, y que el helado estaba en esas condiciones porque así se recibió en la heladería. Ella manifestó su incredulidad una vez más «porque es........