En artículo anterior señalé que “haría falta un BRICS social, que evitara que la usuraria lógica capitalista convirtiera esta magnífica iniciativa en inmisericorde maquinaria de extracción gratuita de recursos naturales y mano de obra sin derechos laborales ni sociales”.
Bien están las iniciativas multipolares, mientras no se olvide que el mundo en realidad tiene dos polos: el de quienes trabajan y no tienen nada, y el de quienes no trabajan y lo tienen todo.
Dijo el Hijo del Hombre: “Nadie puede servir a dos patronos al mismo tiempo. Odiará a uno y amará al otro, o se dedicará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas”, (Mateo 6:24).
Viene esta reflexión a cuento porque el Lula que pretende servir al BRICS vetando el ingreso de Venezuela, es casualmente asimismo Presidente y servidor del G-20.
¿Y qué es el G-20?
El G20 es un foro internacional de Presidentes y de dirigentes de Bancos Centrales, integrado por la Unión Europea, y otros veinte países, cuyas economías suman el 85% del PIB mundial, y de los cuales sólo cuatro son países en vías desarrollo: México, Sudáfrica, Indonesia y Brasil. Otras catorce organizaciones están asociadas a él, algunas tan recomendables como el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional.
En otras palabras, el G20 representa, con las honrosas excepciones del caso, el exclusivo club de países ricos y de organizaciones gerentes de su hegemonía contra el cual se constituyó el BRICS .
Que un político ocupe a la vez la presidencia de este Club de las plutocracias del mundo y de sus instrumentos de dominación (repetimos, con las salvedades aplicables), y al mismo tiempo sea miembro de la más importante organización contrahegemónica que se le opone, con derecho a vetar el ingreso a ella, resulta situación no sabemos si absurda, incómoda, amoral, ilegítima o todas esas cosas juntas.
Es como si se jugara para dos equipos competidores, se fuera juez y parte en el mismo juicio, o se ejerciera simultáneamente de sindicalista y de servidor del patrono: en este caso, de dos patronos.
Tal contradicción es tan evidente, que ni el mismo Luiz Ignacio da Silva se........