Garbí: el viento de la izquierda que sopla hacia la derecha
Un año y medio después de la ruptura con el MS, fuera del foco mediático, con una incidencia política cada vez menor en el movimiento popular, desgastada por la falta de cohesión interna y con caída libre en el ámbito electoral la Izquierda Independentista ha iniciado un proceso interno de debate para revertir esta situación.
En realidad el EI no, la CUP. Podríamos hacernos los sorprendidos y meter el grito en el cielo preguntándonos cómo puede que no sea el EI en conjunto quien discuta las cuestiones estratégicas de fondo, pero ya hace años -lo sabemos porque hemos militado- que el cretinismo parlamentario de la CUP ha subyugado este espacio político.
Cuestiones que se planteaban durante el Proceso como decisiones excepcionales que supuestamente demostraban la audacia política para influir en la sociedad, se convierten en el pan de todos los días de la política de la CUP. Del cisma interno de investir a un convergente en el 2016 para forzar un referendo, a gobernar con los convergentes en Girona con una sonrisa de oreja a oreja. De pactar con una derecha que acabó exiliada, a pactar con una derecha que en breve empezará a exiliar al proletariado migrante.
Laure Vega, nueva diputada de la CUP, comentaba recientemente en una entrevista: «Admiro muchísimo el trabajo que ha hecho Lluc Salellas en Guanyem porque creo que entendió perfectamente la ciudad de Girona, las alianzas que debían hacerse, como abrir y plasmar la unidad popular, que es la estrategia de la CUP, contra esta oligarquía.» ¿Acaso ahora la unidad popular es ya gobernar conscientemente con Convergència?
Formando parte de un espacio político que confronta el proyecto político del EI, pero habiendo milidad, me sorprende que nadie esté teniendo la valentía para confrontar esto , porque estoy seguro de que hay un grosor de militancia que no está dispuesta después de tantos años de lucha a comerse el proyecto de Poble Lliure. No sólo porque sea profundamente reformista sino porque es políticamente inviable, no hay espacio para hacer una CUP/Ganemos que tome la forma de un Bildu catalán progresista, independentista y con vocación de gobierno, porque para ello ya está ERC y ha naufragado estrepitosamente.
Sinceramente, creo que la CUP es un proyecto que ha fracasado. No sólo por su punto de partida reformista y su inviabilidad política, sino también por cómo la ve la clase trabajadora de ese país después de todos estos años de circo parlamentario: como un partido más del sistema. Cuando esto ha sucedido es prácticamente imposible revertirlo , y por muchas refundaciones y lavados de cara con nuevos diputados que se hagan, no volverán los tiempos en los que alguien represente lo que representó Anna Gabriel.
Mientras tanto desde la distopía del grupo parlamentario, los diputados de la CUP siguen día a día demostrándonos qué no hacer en el Parlament si quieres hacer política revolucionaria, actuando desde el cretinismo parlamentario que tanto rechazo y desafección causa entre el proletariado . ¿Y a qué nos referimos con esto?
¿Es cretinismo parlamentario pedir a ERC en el 2024 que dé un giro a la izquierda para aprobar los presupuestos? Radicalmente, sí. ¿Es cretinismo parlamentario seguir exigiendo pactar una ley para realizar un nuevo referéndum de autodeterminación? Radicalmente, sí. ¿Es cretinismo parlamentario acordar una investidura a cambio de la........© Insurgente