Opinión | Un carrusel vacío
Marina Casado
Una clase de matemáticas en un instituto de Alicante / Alex Domínguez
Hoy he vuelto a tener una pesadilla recurrente: debía enfrentarme a un examen de Matemáticas y no había estudiado. Quedaban pocas horas para la prueba y, de hecho, ni siquiera recordaba el contenido del que iban a evaluarme. Era angustioso.
La última vez que tuve un examen de Matemáticas –en la realidad, no en un sueño– fue hace muchos años, cuando no había cumplido los dieciocho y nos esperaba la Prueba de Acceso a la Universidad en la Autónoma de Madrid. Fueron días terribles que viví con absoluta aprensión, al contrario que muchos de mis compañeros. Recuerdo que, antes del segundo examen, que era de Inglés, perdí mi documento de identidad y mi amigo Jorge tuvo que convencer a los examinadores de que me dejaran entrar. A mitad de la prueba, mi tutor apareció con el DNI: se me había olvidado en la cafetería. Al día siguiente, me caí por las escaleras. El examen de Matemáticas fue bastante bochornoso: me había apuntado algunas fórmulas en el antebrazo, cubriéndolo después con la manga –confieso que fue «Mulán», el personaje de Disney, el que........