La condena del Fiscal General del Estado. Un voto particular que abre un futuro incierto.

Álvaro García Ortiz / FERNANDO SÁNCHEZ / EUROPA PRESS

Todo en derecho es posible. Y todo se puede construir con más o menos fundamento. Y siempre, cuando se analiza un hecho, subsiste detrás una opción que surge de la contemplación con más o menos atención a determinados aspectos de las resoluciones. Jurisprudencia hay mucha, tanta que cualquier asunto puede verse avalado por ella, Seguramente porque nuestro TS muchas veces actúa como una tercera instancia y no como un simple órgano unificador de la doctrina. Una reforma ineludible que nunca se ha querido avanzar.

Todas las opiniones que se han vertido contienen elementos que asumen la sentencia de la mayoría o se adscriben al voto particular en la condena al Fiscal General del Estado. Y todas ellas, sobre todo, las que lo hacen por el voto, entran en el mismo con una finura y sutileza que obvia lo esencial a mi juicio: el efecto que podría ocasionar su consagración de cara al futuro. Creo, firmemente, que en si en lugar del Fiscal General, el acusado hubiera sido un policía o un funcionario local, el debate hubiera sido inexistente, la extrema diligencia en hallar irregularidades y las indicaciones en pocas palabras sobre aspectos muy profundos y que necesitan un desarrollo más extenso, inexistentes. Y todas ellas obtienen, contra lo publicado, argumentos de peso y motivados en la sentencia.

No voy a entrar en las denunciadas infracciones a derechos en materia de entrada y registro, proporcionalidad y demás añadidos, que son tan complejas como siempre dependientes de valoraciones que competen al tribunal y solo anulables si la evidencia es constatable, no meramente discutible. Hay un ámbito de libertad decisoria de los tribunales que no puede ni debe ser corregido por otros que imponen la suya, tan discrecional y fundamentada como la primera. Y mucho menos por el TC, al que reclaman que entre en materias que le son ajenas. Es el momento de reformar su Ley Orgánica antes de que nuestro sistema entre en una crisis profunda.

El voto particular, desde el máximo respeto a las magistradas........

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