“Yo soy la Inmaculada Concepción”. Con estas sencillas pero tajantes palabras le contestó aquella Señora a la niña Bernardette Soubirous en la gruta de Lourdes.
Este prodigio ocurrió en el año 1858. Bernardette, una niña de 14 años, enfermiza, casi analfabeta —apenas podía acudir al colegio por sus problemas respiratorios—, de familia muy humilde, fue testigo de las maravillas que se llevaron a cabo aquel año en una gruta de Lourdes (Francia).
Una Señora —como ella llamaba siempre a la aparición—, con vestido blanco resplandeciente y cinturón azul la sonreía desde una cueva que servía de pocilga al lado del río. Esta Señora le iba dando instrucciones en cada visión a la niña Bernardette de lo que tenía que hacer y........