Ahora, llora. Dos palabras llenas de desprecio que Javier Ortega Smith usó para insultar a Eduardo Fernández Rubiño el pasado viernes. Lo hizo después de encararse con el concejal de Más Madrid, golpear su mesa y hacer que una botella de agua saliera volando por los aires.
Ocurrió durante un pleno del Ayuntamiento de Madrid en el que el portavoz de Vox defendía una moción para protestar contra el acuerdo al que han llegado PSOE y Bildu en Pamplona y que las derechas llevan criminalizando días. Un pacto que, minutos antes, había defendido otra edil, la socialista Adriana Moscoso.
Aquí un paréntesis para añadir un poco de contexto. Moscoso relató en la tribuna que, junto a su familia, tuvo que abandonar Pamplona cuando tenía 13 años porque su padre, con escolta durante 35 años, había estado amenazado por ETA. A Ortega Smith este testimonio le pareció insuficiente y se permitió dudar de él llegando a decir que la concejala tenía síndrome de Estocolmo. Un ejemplo de la doble vara de medir que la ultraderecha tiene con las víctimas, también del terrorismo. Que Rubiño se lo reprochara desencadenó la........